Es incuestionable que las políticas de seguridad, migración y economía de Trump, nos han puesto en un delicado predicamento que, previsiblemente, puede llevarnos a la debacle socioeconómica.
Es incuestionable que las situaciones complejas exigen tomar las mejores decisiones posibles; para hacerlo deben analizarse los hechos que originaron el conflicto, tener un diagnóstico certero y plantear el tratamiento adecuado.
La filosofía tratándose de la causa, esto es, del origen de algo, distingue la causa remota y la causa eficiente.
La primera es la que se encuentra al inicio del proceso de causa y efecto, es la profunda o fundamental.
La causa eficiente es la que produce el último efecto: la que de manera directa e inmediata produce un resultado determinado.
En el caso presente, la causa remota está en nuestra historia: la guerra, la pérdida de la mitad del territorio y la intervención estadounidense en las revoluciones, etc.
La causa eficiente de la problemática actual es la ambivalencia del gobierno de López Obrador en las relaciones con Estados Unidos:
quiso mantener las ventajas del T-MEC, y las remesas, y a la vez hacer ostentación de su supuesta ideología marxista en sus discursos, actitudes y relaciones con los foros y dictadores de esa doctrina.
Y, sobre todo, por su manifiesto desprecio por el régimen de democracia constitucional, la división de poderes y las leyes del país; y por la indefinición ante el embate y desarrollo de la criminalidad.
Esto fracturó el Estado de Derecho. México ha dejado de ser confiable para establecer y mantener relaciones internacionales económicas y políticas porque la voluntad de un hombre y su camarilla se sobrepusieron a las leyes.
Sin embargo, ante el desastre la Presidenta tiene la gran oportunidad de dar un golpe de timón y corregir el rumbo del país.