En principio, debe tenerse en cuenta que el presidente López Obrador no puede eludir la entrevista con Trump: la vecindad, el T-MEC y nuestra dependencia económica así lo exigen.
Sin embargo, el tema es controversial y entraña para el gobierno mexicano una serie de contradicciones, que al menos deberían hacerlo recapacitar sobre sus posturas políticas y económicas.
El presidente López Obrador no cesa de atacar al capitalismo neoliberal y ha cancelado importantes inversiones extranjeras.
Pero va a entrevistarse con el presidente de la meca del capitalismo; y afirma que es para resaltar la importancia del T-MEC, en la recuperación de México.
Esto revela que reconoce la necesidad de contar con la participación del capital nacional y extranjero; y que el país no puede aislarse que, por el contrario, necesita integrarse a la economía internacional.
Si existe este reconocimiento tácito, lo que debería de seguir es el cambio de actitudes y políticas públicas.
Por la otra parte, es evidente la intención de Trump de aprovechar políticamente la entrevista para imponer su ideología supremacista; y tratar de conservar, así, la presidencia que puede perder por su política retrógrada, represiva y racista.
Por eso, los EUA necesitan aprovechar este tiempo de elecciones para reflexionar en sus condiciones internas y exteriores. Al interior, deberían aceptar lo inevitable de la heterogeneidad de su población.
Al respecto, Octavio Paz escribió: “No hay ejemplos de una heterogeneidad semejante.
La situación puede reducirse a esta disyuntiva: si los Estados Unidos no construyen una democracia multirracial, su integridad y su vida estarán expuestas a graves amenazas y terribles conflictos”.
Al exterior, en lo que concierne a México es urgente el cambio de la política migratoria y poner fin a la guerra contra las drogas que incendia y desangra al país.