No me parece ningún pecado que los propietarios de los equipos profesionales de futbol se muestren de cautos a conservadores con sus presupuestos para el campeonato que está por arrancar. La crisis de ingresos es demoledora.
No hay una fecha precisa en este 2021 que nos permita definir en qué momento las cosas podrán empezar a enderezarse. Los equipos de la Primera División, que nunca han podido presumir de ser empresas autónomas financieramente sanas, se han quedado sin el dinero de antes... Pero también las empresas que los han subsidiado.
Si a este cuadro tenebroso se suma, como en el caso del Cruz Azul, una descomposición interna, con pugnas directivas no resueltas, quién puede reclamarle a quienes manejan administrativamente a este club, que no hayan ido por un entrenador de alto perfil para sustituir a Siboldi, quien renunció tras haber sido eliminado por los Pumas en semifinales luego de perder un 4-0 a su favor.
Se dijo que la primera opción era traer al argentino Matías Almeyda, quien hizo campeón a las Chivas hace algunos años. Pero este hombre tiene trabajo en la MLS de los Estados Unidos. La alternativa resultó Hugo Sánchez, pero su proyecto no convenció, ni al parecer el presupuesto destinado para su puesto alcanzaba.
La decisión fue contratar al peruano Juan Reynoso, un histórico jugador del Cruz Azul, capitán del último equipo Campeón de liga, si no me equivoco en 1997. Además, Juan viene de hacer un trabajo reconocible y meritorio como entrenador del Puebla en el último torneo.
Un entrenador no cobra o no cobraba menos de 400 mil pesos al mes. Y los más reconocidos y triunfadores pueden llegar a ganar entre 1 y 2 millones de pesos. Más lo que se destina a su cuerpo técnico, que contemplando al preparador físico puede estar integrado por 4 personas más.
Cruz Azul tiene un gran entrenador para como están las cosas.