Es el club América el que vive con mayor tensión este nuevo arranque de torneo, el tercero que le ha tocado encabezar al entrenador argentino Santiago Solari. Son tan frágiles los equilibrios emocionales que imperan en Coapa, que la explosividad con la que Solari protestó la expulsión de uno de sus jugadores en el partido inaugural contra el Puebla, lo llevó a protagonizar una escena que no se le había visto ni como jugador ni como entrenador.
Cuando expulsaron al colombiano Roger Martínez, el ex director técnico del Real Madrid invadió la cancha para protestar de forma intimidatoria al árbitro y se expone ahora a una sanción que puede derivar en tres o hasta cuatro partidos dirigiendo desde la tribuna.
Solari no pudo disponer de sus dos refuerzos confirmados en este primer partido. Ni Jonathan dos Santos, ni Diego Valdés pudieron aportar en esta ocasión nada. Sin duda, con ellos en la cancha los americanistas subirán su nivel competitivo. Se dice también que pueden cerrar otros dos refuerzos de carácter ofensivo en los próximos días.
El América tiene como único objetivo en esta temporada salir campeón. Si no logra el título, no hay manera de que Solari siga dirigiendo a este equipo. Pareciera que esta meta, en una institución como ésta, es la de todos los torneos, pero es real que a este entrenador se le ha dejado trabajar sin tanta presión. El torneo anterior fue el superlíder y su desempeño en la Liguilla fue un terrible fiasco. En su primer torneo fue segundo lugar de la clasificación general solo abajo del Cruz Azul, que ese campeonato ganó el título.
Por ello no solo en cada partido, sino en cada entrenamiento, la presión para Solari y sus jugadores puede ser un factor que si no manejan de forma adecuada, los va a llevar a explotar. Hay buenos jugadores y hay un buen cuerpo técnico. Creo qué hay que revisar su área de psicología.
Rafael Ocampo