Es verdad que casi nada de lo que permite a uno acercarse al Mundial de Qatar resulta “normal”. Que la Copa del Mundo se vaya a jugar en diciembre y no en junio y julio, los meses del año en los que se había venido jugando, marca ya una gran diferencia.
Los futbolistas convocados por cada una de las selecciones clasificadas que juegan en Europa contarán con menos de dos semanas para integrarse a sus representativos, algo así como si se tratara de una Fecha FIFA. Van a llegar todos los que juegan de forma regular con un gran ritmo competitivo, como el goleador Robert Lewandowski, que con Polonia enfrentará a nuestra Selección Nacional. O como Lionel Messi y la casi totalidad de sus compañeros en el plantel argentino, otro de los rivales de primera ronda de los dirigidos por Gerardo Tata Martino.
Reparo en esto para precisar, alejado en lo posible de las meras sensaciones anímicas, el reto enorme al que se enfrentará la selección mexicana de futbol dentro de unos cuantos días, al arranque de la máxima competición de este deporte.
La realidad del equipo nacional es que no puede presumir de una alineación titular. No se sabe si dos de sus principales figuras en zona de ataque, Raúl Jiménez y Jesús Manuel Corona, se podrán recuperar de sus respectivas lesiones y formar parte de los 26 convocados. Pero si los dos o alguno de ellos fuera dado de alta lo siguiente que sigue es su deficiente estado competitivo. ¿Cómo alguien que lleva semanas parado, sin poder jugar, puede entrar así nada más de un momento a otro a competir contra los que vienen en alto ritmo?
Que esta situación no la puedan ver a ver ni el entrenador, ni los directivos a los que responde, es sumamente delicado. Lo que procede ya es definir a los que estén en mejor estado físico y en mejor estado futbolístico y jugársela con ellos, alcance para lo que alcance.
La Selección debe jugar su primer partido contra Polonia el 22 de noviembre… Es decir, faltan 19 días.
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