Le guardo, desde mi lugar de fan confeso del Barcelona, un gran cariño y admiración a Luis Suárez. Pero bajo ninguna consideración puedo ignorar y menos justificar el aberrante escupitajo que le propinó en plena cara a uno de los miembros del cuerpo técnico del Seattle Sounders.
Para quienes no están al tanto de esto que escribo, esto sucedió la noche del domingo pasado, instantes después de que el árbitro terminara el partido en el que el Inter de Miami fue goleado 3-0 y, con ello se decretara su derrota en la Final del torneo llamado “Leagues Cup”.
La frustración y el coraje se apoderaron de varios de los jugadores interistas. Empezando por Lionel Messi que, aunque no protagonizó agresión física alguna, sí se puso a reclamarle a su compatriota Pedro de la Vega. Otros, cuando menos dos, se pusieron a tirar golpes a rivales y al uruguayo Luis Suárez se le ve discutiendo con el personaje referido del cuerpo técnico y, de pronto, lanzándole el escupitajo.
No hablemos ahora de los antecedentes de este tipo que marcaron los inicios de la carrera de Suárez. Esto que hizo en las postremerías de su carrera no puede, insisto, pasarse por alto. La Comisión Disciplinaria de la Concacaf y de la Major League Soccer (MLS) deben de sancionarlo, a él principalísimamente, de forma ejemplar.
La sanción debe abarcar para que de verdad duela y resulte ejemplar, el torneo de liga que se juega en estos momentos en la MLS. En este campeonato la gran mayoría de los equipos han jugado ya 29 partidos, pero el Inter sólo ha podido jugar 25, esto debido a sus compromisos primero en el Mundial de Clubes y luego en la Leagues Cup.
El líder del campeonato es el Philadelphia Union con 57 puntos en esos 29 partidos… Si el Inter, que marcha con 46 unidades, sumara los 12 puntos que le faltan llegaría a 58… Una sanción a Suárez y a cuando menos los otros dos elementos agresores, en la Liga, realmente les dolería.
Si la sanción se limita sólo a los juegos que implican el torneo Leagues Cup, que se juega cada año, todos se van a morir de la risa.
De aquí la importancia de que la MLS y la Concacaf concuerden y se muestren serios e independientes del poderío económico del Inter Miami.