El pasado 9 de diciembre se cumplió un aniversario más del natalicio del escritor y dramaturgo mexiquense Carlos Olvera Avelar (1940-2013), cuya trayectoria artística es amplia y diversa, como lo fueron sus intereses en favor de la formación de nuevos artistas, la animación sociocultural, el periodismo de opinión, la cátedra universitaria y la fundación y dirección de instituciones culturales, actividades que sería insuficiente enumerar al detalle en este breve espacio, mas no reiterativo si recurrimos a su espléndida obra narrativa, editada en los últimos años por el Fondo Editorial del Estado de México.
Precisamente uno de sus libros póstumos, editado en 2014, titulado “El colmillo del gato” me da la oportunidad de hablar de una de las afinidades electivas más características del maestro Olvera: los gatos. Su cercanía con los felinos domésticos le dio al maestro la oportunidad de explorar su talento en el dibujo de esta especie, gracias a la cauda de mascotas que tuvo por compañía a lo largo de su vida.
Don Canelazzo, La Mosca y sus mosquitos, El Moska, Asterisko ‘86, Edwiges Monterrubio Fontanet, La Maga, La Negra… son solo algunas de sus numerosas mascotas felinas que transitaron por sus papeles, a la manera de apuntes en recados, listas de compra, pensamientos, o en francos acabados sobre papeles de trabajo, como quien se distrae dándole corporeidad humana fiel a su compañera o compañero de asiento.
La afinidad del maestro Olvera llegó al punto de establecer una comunicación telepática con sus acompañantes. En una ocasión, estando uno de sus gatos sentado cómodamente en la barda perimetral de la casa, renuente a obedecer al llamado de entrar al hogar, el maestro lo miró fijamente por unos momentos: luego de cruzar miradas, el gato mansamente respondió saltando de la barda para entrar en la casa. ¿Cómo lo lograste?, le preguntó Patricia Maawad al maestro, a lo que éste respondió: simplemente lo miré fijamente y desarrollé en mi mente la acción que yo quería y él… la hizo.
La anécdota me sorprendió cuando la escuché relatada por el maestro; en correspondencia, escribí un haiku en honor de ese episodio:
Telepatía
En silencio, el
gato mira al maestro.
Y lo obedece.
La relación que los gatos entablaron con el maestro Carlos Olvera, es fuente de un innúmero de dibujos que serán expuestos a partir del próximo enero de 2022 en el Museo Universitario Leopoldo Flores de la Universidad Autónoma del Estado de México, en el marco del homenaje que año con año amigos y discípulos rinden al maestro Olvera, en ocasión de su aniversario luctuoso, el número nueve después de su partida.
Como en el título de su primer libro póstumo, en esta exposición podrá observarse el genio creativo de quien fuera un ilustre creador del Estado de México, dueño de una pluma ágil, certera y mordaz, también en su trazo plástico se verá aquel colmillo de gato, en la clave de un artista pleno que nunca renunció a su vena creativa, al contrario, profundizó en ella a través de los múltiples canales que distinguieron su vida: el teatro, la narrativa, la poesía, el ensayo y el didactismo, el periodismo de opinión, la dirección escénica, el video documental, la gestión cultural, la cátedra, la conducción de instituciones públicas y,sobre todo, la divulgación del gran arte, todo bajo la égida de la generosidad impar de su presencia, que hoy está más viva que nunca.
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