El domingo pasado, en las acostumbradas palabras después del ángelus (oración que recuerda el anuncio del ángel a la Virgen), el papa Francisco expresó su deseo de que “haya paz en Israel y Palestina, que están viviendo horas de terror y angustia”. Ante las guerras, particularmente las guerras que han estallado desde el siglo XX, los pontífices han querido ser una voz que resuene internacionalmente en favor de la paz, sobre todo porque se ven las gravísimas consecuencias de la guerra.
Hablando de la Primera Guerra Mundial, un autor comentaba que aquello fue de mucha amargura para el papa Pío X, que lamentaba al considerar que seminaristas franceses y alemanes, que habían compartido clases en la universidad, ahora se hallaban enrolados para enfrentarse unos con otros. Pío X murió al inicio de la guerra y su sucesor Benedicto XV siguió exhortando a los países para alcanzar la paz. De Pío XII se dice en el “Compendio de la DSI” que “atravesó los años terribles de la Segunda Guerra Mundial y los difíciles de la reconstrucción. No publicó encíclicas sociales, sin embargo, manifestó constantemente, en numerosos contextos, su preocupación por el orden internacional trastornado”.
Sabemos muy bien la preocupación de Juan XXIII, de Pablo VI, Juan Pablo II y Benedicto XVI buscando convencer siempre a los actores internacionales para buscar la paz. Hoy nos encontramos con guerras en Ucrania, en Azerbayán, y conflictos violentos en diversos lugares en el mundo. Ante los hechos recientes, de nuevo, se propone la necesidad de buscar los caminos de paz.
El papa Francisco ha dicho: “Expreso mi cercanía a las familias de las víctimas, rezo por ellas y por todos los que están viviendo horas de terror y angustia. ¡Que los ataques y las armas se detengan, por favor!, y se comprenda que el terrorismo y la guerra no conducen a ninguna solución, sino sólo a la muerte y al sufrimiento de tantos inocentes.”
Sus últimas palabras al respecto llaman básicamente a los católicos, pues nos dice “No nos cansemos de invocar, por intercesión de María, el don de la paz sobre los numerosos países del mundo marcados por guerras y conflictos; y sigamos recordando a la querida Ucrania, que cada día tanto sufre, tan martirizada”.
Creo que nosotros hemos de preocuparnos igualmente de promover la paz en nuestro país, por lo que se organizó un diálogo por la paz en Puebla, con el objetivo es elaborar una Agenda Nacional de paz y articular las iniciativas locales ante la violencia que se vive en diferentes puntos del país. Pongamos todos nuestro granito de arena en la construcción de la paz en México y en el mundo.