Finalmente, después de más de dos años de hablar sobre COVID, de entrevistar especialistas y dar entrevistas, pensar y escribir, me vi de frente con el bicho. No fue tan leve como le da a otros en estos días; tuve un par de noches de horror. Pero para mí lo más terrible han sido mis secuelas, que hasta donde entiendo, es lo que llaman “COVID largo” y que son de muy variado tipo.
Decía Nietzsche que una de las humillaciones más grandes del espíritu es cuando su labor se ve afectada por un estómago renuente a cumplir con sus obligaciones. En un primer momento podría resultar curioso que Nietzsche se refiera así al cuerpo, de manera tan cercana a su criticado Platón, quien en Fedón se quejaba “del cuerpo y sus males”.
La idea del cuerpo como la humillación del espíritu y como la prisión de la psique va mucho más allá del cristianismo y del mismo Platón. Eggers Lan, siguiendo el ejemplo de Bremmer, Frazer y muchos más, buscó el surgimiento de la idea de un cuerpo capaz de mantener cierta independencia o diferenciación de la psique. Sus hallazgos fueron más que interesantes.
Todos ellos coinciden en que, en los tiempos homéricos, entre el siglo VIII antes de nuestra era y mucho más hacia atrás, no existía ni la idea de un cuerpo ni la de una psique. Esta parece haberse conformado después del siglo VIII y, teóricamente, quien sobre esa tradición podría un acento y casi una promesa (Jaeger dixit) en el concepto psique sería Sócrates.
Nietzsche bajará todas esas pretensiones sacrosantas de la psique, sea entendida como alma o como mente, al plano del mundo sensible. Para él mandan las entrañas, que se niegan a cumplir su función cuando les da la gana: manda el cuerpo. Hoy añadiríamos, manda el cerebro, cuyas neuronas capturan más una sustancia que otras. ¿Será?
El poder de la psique lo han conocido los grandes meditadores y practicantes de diversas formas de equilibrar la unidad que conforma el ser que somos. Más que cuerpo y psique somos una unidad dual para algunas culturas, tripartita para otras. Una unidad cuyo desequilibro puede surgir de cualquiera de los diferentes espacios que nos conforman, y por lo mismo también puede manejarse y hasta remediarse desde esos diversos puntos.
¿Por dónde comenzar? Quien solo tiene un martillo a todo lo ve en forma de clavo. Es el enriquecimiento de las herramientas que poseemos lo que en verdad puede ayudar. ¿Por dónde comenzar? Por vaciar la caja de herramientas, ver con qué contamos y adquirir la que haga falta: formas de vida, lecturas, meditación, médicos, música, orden. Alguna de todas esas herramientas tendrá que servir: pero no resignarse. Una cosa es fluir y otra resignarse, se puede fluir con fuerza y sapiencia.
¡A ordenar la caja de herramientas!