Cultura

Las mujeres, los niños y la meditación para el Dalai

Tuve la oportunidad de conocer al Dalai Lama y como en lo personal me dejó decepcionada, había pensado no escribir sobre él ahora. Pero la persona con la que aprendí a meditar y una compañera budista que admiro y respeto mucho tuvieron opiniones divergentes que me hicieron reflexionar. Es verdad que no podemos juzgar a una persona por un acto aislado sin conocer el contexto. Aquí habría que referirnos a dos contextos: el del Dalai y el del evento en que besa a un niño para luego pedirle que chupe su lengua.

En el video no editado, en un primer momento vemos al niño darle un abrazo al Dalai. Luego se aleja y el monje le pide un beso en la boca, ofreciendo los labios en forma de beso. El niño no parece acercarse voluntariamente, pero cuando lo hace coloca su frente enfrente del Dalai: no lo besa. Éste, con una mano en la barbilla del pequeño, lo obliga a darle el beso. En un impulso inmediato, el pequeño se echa hacia atrás. El Dalai ríe, lo vuelve a tomar de la barbilla y reposa su frente sobre la boca del niño. Se separan y el Dalai se queda mirando al niño unos instantes y le dice: “Entonces, chupa mi lengua” (Then suck my tongue). Cuando el niño escucha esas palabras echa ligeramente su cuerpo y cabeza hacia atrás; el Dalai mantiene la lengua de fuera, acerca al niño y se aprecia que el niño no chupa, solo hace contacto de manera obligada. Al concluir, el Dalai le da las gracias y le dice algunas palabras al niño.

Cuando yo conocí al Dalai, él había dicho en su plática que la meditación debe ser más racional, que no debemos dejar ir los aspectos racionales. En aquellos tiempos yo estudiaba el budismo más temprano, no el budismo tibetano y lo dicho por él me pareció una contradicción, de modo que cuando permitieron preguntas levanté la mano sin disimulo. Le dije si no acaso hacer de la meditación una actividad racional era ir contra la esencia misma de la meditación. Me sorprendió ver su cara asustada; nunca entendí qué le asustó. Su respuesta fue que recientemente, Estados Unidos había sufrido los atentados de las Torres Gemelas y que esas personas habían estado “meditando”, por lo cual meditar de manera no racional podía ser peligroso… “eh… you know, you know”. Me pregunté si en verdad esos atentados habían cambiado la esencia del budismo del Dalai o si su respuesta era solo políticamente correcta. De la comida que se le ofreció después, un amigo me dijo: “No manches, el Dalai feliz comiendo pollo. Qué incongruencia”. Pues sí, los pollos son seres sintientes y los budistas supuestamente no se comen a los seres sintientes.

A ese contexto agrego algo que, en su momento, a duras penas pude creer. En una entrevista, la BBC le preguntó si una mujer podría ser su sucesora, él respondió que, en dado caso, tendría que ser bonita. Otra bromita, pareciera ser. Pero no: en una entrevista posterior, una mujer le dijo si se daba cuenta de que eso resultaba muy ofensivo para las mujeres. Él respondió palabras inentendibles, exagerando su pésimo inglés y al final dijo que en realidad la belleza física es tan importante como lo es la espiritual. La cuestión es que él físicamente no es una beldad; ¿la belleza es requisito solo para las mujeres?

Para mí esto es un ejemplo de lo que sucede cuando se empalma el poder espiritual y el poder político en una persona. La cuestión política y la relación de China con Estados Unidos es lo que se juega en el engrandecimiento del Dalai como una figura espiritual. El budismo tibetano difiere en mucho del budismo original y de otros tipos de budismo, pero una de sus características es la propuesta de imágenes para hacer asequibles sus enseñanzas a un pueblo iletrado, sumergido en la ignorancia. Para algunos conocedores, los Dalai desde su palacio mantenían al Tíbet en la miseria y la ignorancia a través de la religión. Para otros, China no tenía el derecho de ingresar al Tíbet y el Dalai representa una fuerte carta contra ese país.

 

Yo solo me pregunto quién mantiene los enormes cuerpos de seguridad del Dalai, sus costosos viajes, ropajes, en fin, todo el aparato que implica su existencia. Y no, algo no me cuadra. No dudo que existan seres con una mentalidad y una espiritualidad muy evolucionada, pero este señor no me parece uno de ellos. Lo más lamentable de todo esto es que se tome la imagen del Dalai como una representación del budismo, cuando no hay algo así como “el” budismo. Existen muchas formas de budismo en el mundo y muchas maneras de ser budista.

Que no se tome a este señor como el representante del budismo: no lo es. Es solo el representante tanto político como espiritual del budismo en el Tíbet: nada más.

Y nadie, absolutamente nadie, puede obligar a un menor a hacer algo que no desea hacer.


Google news logo
Síguenos en
Paulina Rivero Weber
  • Paulina Rivero Weber
  • [email protected]
  • Es licenciada, maestra y doctora en Filosofía por la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM. Sus líneas de investigación se centran en temas de Ética y Bioética, en particular en los pensamientos de los griegos antiguos, así como de Spinoza, Nietzsche, Heidegger.
Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de Notivox DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de Notivox DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.