Cultura

El progreso impaciente

Elegimos entre millones de discos disponibles. Jorge López
Elegimos entre millones de discos disponibles. Jorge López


A veces el pasado nos da risa. Lo encontramos ridículo, remoto, primitivo, y hasta nos preguntamos cómo hicimos para soportarlo. La sola idea de tener que esperar una semana entera para poder ver un nuevo capítulo de tal o cual programa favorito, y encima hacerlo a fuerza en un horario fijo, parece hoy infumablemente arcaica. ¿Y qué decir de aquel disco rarísimo cuyo rastro seguía uno por años, con el deseo vivo de gozarlo hasta el tope cuando fuera el momento de tenerlo por fin en sus dichosas manos?

Como suele ocurrirle a quien se enamorisca fácilmente, no es ya tanto el objeto del deseo, como el deseo mismo lo que empuja a creerle indispensable. Me recuerdo esperando durante años a que alguna película volviera a las pantallas comerciales, y cuando ello pasaba solía el entusiasmo hacer crecer el premio, dadas las grandes dosis de anticipación que había uno invertido en el evento. Pues no era de la jauja sino de la escasez que provenía el deleite, y así dictaminábamos que la espera había ciertamente valido la pena. Como en las viejas artes del cortejo, nuestra larga impaciencia terminaba por hacernos pacientes.

Dudo hoy, a la distancia, que todos esos discos que tanto disfruté fueran tan buenos como yo creía, o más exactamente como yo quería. En el puro camino de la tienda a la casa me hacía toda clase de ilusiones, de paso encaminadas a justificar el desembolso que acababa de hacer. Pues ciertamente no era tan generoso con los discos prestados como con los que ya eran de mi propiedad (y acababa escuchando cientos de veces para así hacerlos más y más y más míos). Deseaba por supuesto poseer miles, pero no bien pasé del primer millar me descubrí impedido para gozarlos. Escribía sobre música, me regalaban discos por decenas, no pocos se quedaban con la envoltura puesta. ¿Cómo va uno a anhelar lo que ya de por sí posee en exceso?

Uno de los placeres que nos ha arrebatado el siglo XXI es el sano ejercicio de la paciencia. La gente quiere todo aquí, ahora y en lo posible gratis. Elegimos entre miles de películas y millones de discos disponibles, a cambio de una cuota poco más que simbólica, lo cual teóricamente es un sueño dorado, pero he aquí que la abundancia indiscriminada no deja ya lugar para ensoñaciones. Puedo escuchar la música que se me antoje sin otro trámite que unos cuantos dedazos en la pantalla del teléfono móvil. No digo que no sea satisfactorio, pero es verdad también que esa satisfacción vive por poco tiempo. No he llegado siquiera a la mitad del álbum cuando ya me ganó la tentación por escuchar otro, y es así que no suelo quedarme con ninguno. Si una vez le fui fiel a cierta música, hoy me he vuelto voluble y malagradecido.

Envidiaba uno mucho, desde su condición de imberbe y abstinente, a aquellos galancillos que con dieciséis años tenían cuantas novias se les daba la gana, si bien ninguno de ellos conocía las alturas, honduras y ternuras propias del amor no correspondido, ni podía apreciar en todo su valor aquello que tenía en abundancia y por lo que jamás había batallado. ¿De qué sirve tener siempre a la mano todo cuanto podrías llegar a desear, si el deseo ha perdido la fuerza y los motivos? ¿Qué sería del romance y sus palpitaciones sin una buena dosis de incertidumbre? ¿Quién dijo que la fruta les sabe más sabrosa a quienes la reciben pelada y en la boca?

Gracias a los milagros de la tecnología, cada día es más fácil ganar las recompensas que en otros tiempos resultaban difíciles; de ahí que apenas ya nos recompensen. Es tarde, sin embargo, para meter reversa. Se agota la paciencia en el planeta, lo que nos era caro se abarata y encima nos reímos del pasado remoto. La broma, para colmo, es a nuestras costillas.


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Xavier Velasco
  • Xavier Velasco
  • Narrador, cronista, ensayista y guionista. Realizó estudios de Literatura y de Ciencias Políticas, en la Universidad Iberoamericana. Premio Alfaguara de Novela 2003 por Diablo guardián. / Escribe todos los sábados su columna Pronóstico del Clímax.
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