Cultura

Frans de Waal: 'In memoriam'

Ha dejado el mundo el más grande etólogo de primates, entre otros animales. Un hombre apacible, amable, generoso y con un incansable afán de difundir el conocimiento en torno a la conducta animal. El afán fundamental de su obra fue reconocer en los animales el origen de las conductas que nos llevaron a crear la moralidad: la empatía y la ayuda recíproca desinteresada.

Mi primer contacto con Frans de Waal fue epistolar. Comentaba algo sobre su obra y le preguntaba si le interesaría hablar de ella en México. Para mi sorpresa me respondió con amabilidad que si más adelante era posible, me avisaría. Lo tomé como una mera cortesía pero no fue así, meses después en efecto me buscó y me dijo: “Ahora me resulta posible ir a México”.

De inmediato organicé todo lo necesario para recibirlo en la UNAM y, a la par, le recordé que siendo pública nuestra universidad y viniendo la invitación de un Programa Universitario de Bioética, no tendríamos recursos para ofrecer grandes honorarios. De manera amable, me dijo que él lo sabía y que no era un tema que le preocupara. Eso me sorprendió mucho, pues sabía que personas tan éticas como Peter Singer cobraban enormes sumas por brindar una conferencia. No así Frans.

Pronto llegó con Catherine, su adorada esposa, de quien nunca se separaba. Los días a lado de Frans fueron maravillosos: hablar de la conducta animal, preguntarle mis dudas concretas sobre su obra, hablar de Konrad Lorenz con alguien que sí lo entendía, fue un enorme regalo de la vida. Juntos fuimos a varios museos, a Teotihuacán, y días después le hice una entrevista para TV UNAM, la cual tiempo después volví a ver.

Me di cuenta entonces de lo deprimida que estaba y del enorme esfuerzo que había hecho para darle a Frans el trato que sin duda merecía: mi madre acababa de morir y Frans lo sabía. Antes de irse me habló del libro que estaba escribiendo: El último abrazo de mamá. Ante semejante título me quedé helada y, receptivo como era, se apresuró a decir: “No, no, no, no es el abrazo de una madre, ese era el nombre de una vieja chimpancé moribunda, que reconoció y abrazó a su viejo cuidador antes de morir, mi libro habla de las emociones en los animales”.

Frans nos dio a sus lectores muchas claves para comprender la conducta animal para, desde ahí, comprender nuestra forma de ser. Encontró aspectos primigenios de la moral en muchos animales, lo que en un principio le ocasionó el rechazo de estos seres humanos que somos, que erróneamente creemos no pertenecer al reino animal.

Para Frans de Waal los pilares de la moral son la empatía y la mutua ayuda desinteresada que documentó en varios animales. Él me hizo comprender que somos como somos porque hemos evolucionado con ellos. De su vasta obra, el primer libro que escribió, Good Natured (traducido en Gedisa como Bien natural) me parece imprescindible para quien quiera acercarse al mundo de la conducta animal.

Antes de irse le conté que muchos grandes filósofos o etólogos cobran grandes sumas como honorarios y por eso era imposible invitarlos. Sonrió y me dijo: “Es un abordaje equivocado. Si voy a una universidad privada, puedo pedir honorarios sin duda, pero en una universidad pública es una tontería pretender hacerlo, es una forma equivocada de acercarse a las universidades”.

Frans quedó en regresar a presentar su siguiente libro, pero la vida no nos lo permitió. El mundo queda en deuda con una vida dedicada al cien por ciento a comprender la conducta de los animales. Etólogos, filósofos y animalistas encontrarán en su obra los motivos por los cuales todos los animales, como diría Jorge Riechmann, somos hermanos.

Adiós, queridísimo amigo: gracias por tu vida y tus enseñanzas.


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Paulina Rivero Weber
  • Paulina Rivero Weber
  • [email protected]
  • Es licenciada, maestra y doctora en Filosofía por la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM. Sus líneas de investigación se centran en temas de Ética y Bioética, en particular en los pensamientos de los griegos antiguos, así como de Spinoza, Nietzsche, Heidegger.
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