El sincretismo religioso suele esconderse entre los libros de historia, lejos de la cotidianidad de la vida en su día a día. De ahí que, en efecto, muchas personas crean al pie de la letra que el hijo de un Dios nació el 24 de diciembre, o bien el 25 de diciembre. Pasan por alto el solsticio de invierno que antaño marcaba las fiestas del Sol invicto.
Cuando los romanos decidieron dejar de ser los perseguidores de los cristianos, también decidieron convertirse en la sede de esa nueva y exitosa religión que antes castigaban tan severamente. De modo que fue hasta Constantino el Grande, en el año 325, que en lugar de que en el solsticio de invierno se celebrara al Sol invicto, se aceptó y se reguló el festejo del nacimiento del hijo de Dios, figura central de esa nueva religión que Roma nunca pudo vencer; y si no puedes vencerlos, únete. Y qué mejor si lo haces como mandatario y no como mandado: así Roma ganó su lugar central en la historia del cristianismo, lugar que mantiene a la fecha a través del poder secular, psicológico y espiritual del Vaticano.
Algunos consideran que, en otros tiempos, la festividad del Sol invicto servía para poner fin a las fiestas dedicadas a Saturno, dios de la agricultura, las cuales eran un poco lo que hoy llamaríamos un verdadero desmadre, una especie de carnaval elevado vaya usted a saber a qué potencia. Quizá los restos de esas fiestas son nuestras ñoñas posadas. Y como aquellos romanos de ñoños no tenían un pelo, el solsticio de invierno sirvió para poner una fecha limítrofe a esas festividades carnavalescas.
Hoy ya nadie actúa con base en Saturno, ni en el solsticio de invierno, ni en el dios que fecundó a una mujer para que pariera a su hijo: hoy todo es capitalismo salvaje. En las entradas de las tiendas se pueden ver largas filas de personas que van a comprar, comprar, comprar y comprar.
¿Cuál de todos los sentidos que se han montado sobre el solsticio de invierno ha sido más dañino? Creo que entre las fiestas a Saturno, el festejo del Sol invicto y el cristianismo creado por Constantino (que poco tiene que ver con el judío rebelde del cristianismo primitivo) me quedo con el Sol invicto. Pero festeje lo que festeje, deseo que sea usted feliz y que se aleje todo lo que pueda de eso de comprar, comprar y comprar.
Feliz solsticio invernal.