Cultura

Al fin de la batalla

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Imaginemos que un día cualquiera, cuando hablamos de deporte, política, religión o el tema que ocupe nuestras mentes de manera cotidiana, grandes expertos informan que ha iniciado el conteo de diez horas en un explosivo que volará el planeta. Imaginemos ahora que, si durante esas diez horas nos organizamos y le echamos muchas ganas, podremos detener ese artefacto o al menos controlar la explosión. La pregunta por responder es: ¿qué haríamos?

Seguramente algunos dirían: no existe tal dispositivo, es una mentira. Otros, preocupados, continuaríamos entregados a nuestro trabajo, a nuestra gente. Pero de una u otra manera me temo que la mayoría seguiría viviendo en torno a su cotidianidad, como si nada fuera a pasar. Solo unos pocos dejarían todo para detener, o al menos, controlar la explosión.

Eso es, más o menos, lo que ocurre con el cambio climático: nos quedan diez años antes de que reine el caos, que esta vez no llegará solo a los campos marginados: desaparecerán Londres y Washington, entre otras capitales. Poco más de un grado centígrado ha sido suficiente para desaparecer islas, aparecer enfermedades tropicales fuera del trópico, causar muertes por deshidratación o incendios inextinguibles. Y ¿qué hacemos?

En bioética, de manera continua analizo temas que me dejan partida en dos. Pero de todos ellos, ninguno como el estudio del cambio climático, que tantas actualizaciones requiere, pues sus cifras ya no cambian cada año: es cada mes.

Al estudiar otros temas, siempre es posible realizar algo a nivel personal. Leer sobre la envidia, por ejemplo, es curativo y aniquila ese feo y nocivo sentimiento. En ese sentido la recompensa es inmediata: por eso la filosofía enriquece la vida de quien a ella se dedica. Pero estudiar el calentamiento global, el tema de mayor importancia y urgencia de la humanidad, nos deja pasmados en la pregunta: ¿qué puedo hacer?

“Al fin de la batalla, y muerto el combatiente, vino hacia él un hombre y le dijo: ¡No mueras, te amo tanto!” Sí: solo todos los seres humanos de la Tierra, unidos en una masa organizada, podríamos salvarlo.

Si fuéramos hormigas ya lo habríamos hecho. Pero ¡ay!, solo somos Homo sapiens. ¡Vaya ironía!

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Paulina Rivero Weber
  • Paulina Rivero Weber
  • [email protected]
  • Es licenciada, maestra y doctora en Filosofía por la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM. Sus líneas de investigación se centran en temas de Ética y Bioética, en particular en los pensamientos de los griegos antiguos, así como de Spinoza, Nietzsche, Heidegger.
Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de Notivox DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
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