El suicidio suele darse en poblaciones jóvenes, entre 15 y 30 años; también en los mayores de 60 años.
En los jóvenes, los factores que influyen para quitarse la vida, son las exigencias de la civilización actual en la autoimagen, éxito social o laboral, cuestiones de pareja y, también, religiosas; mientras que en el grupo de mayores de 60 años, un factor que influye es la salud y enfermedad; patologías como un diagnóstico de cáncer, SIDA, Parkinson o Alzheimer, pueden orillar a un paciente a violentar su vida.
El suicidio consumado es más frecuente en hombres; los intentos suicidas son 20 veces más frecuentes que un suicidio masculino.
Las causas del suicidio son multifactoriales: religiosas, sociales, culturales y biológicas, referentes a la función cerebral; en particular, neurotransmisores como la serotonina, por dar un ejemplo.
Todos estos factores, con mayor o menor peso, invaden al ser humano, y lo hacen padecer y sufrir un dolor o tormento que, en un momento, parece irremediable, y que, erróneamente, la persona cree que la “solución a sus problemas” únicamente es quitarse la vida en un instante.
Así, desaparece el sufrimiento, y quien lo padece.
Esto, a primera vista, en una persona que “aparentaba” estar sana, o bien, estaba en franca depresión, ansiedad o esquizofrenia; parecería ser una decisión autónoma y una expresión de libre albedrío o libertad.
Pero no olvidemos que el suicidio es un acto de máxima autoagresión y autodestrucción; la libertad no justifica la violencia hacia los demás ni, mucho menos, quitarse la vida, aunque ésta nos pertenezca.
La obscuridad emocional puede ser clarificada de múltiples formas: Psicológicas, Farmacológicas, Religiosas, Sociológicas, etc, etc.
Es esa esperanza de luz, la que permitirá a los seres humanos arraigarse a la vida. Porque la vida nos ha sido dada para ejercer la libertad y, emplear esa libertad para quitarse la vida, resulta un contrasentido.
El suicidio, pues, es un problema; no es una solución a los problemas, por más que se quiera matizar, pintar o maquillar como un ejercicio de libertad.