Existen dos grandes grupos de científicos; uno cree que con cada pensamiento se activa un grupo específico de neuronas; el otro grupo considera que con cada pensamiento se activan en cascada una gran red neuronal por grandes áreas cerebrales.
Hasta hoy nadie ha podido descifrar este dilema. Ni siquiera la experiencia y sagacidad científica de un Nobel como Francis Crick pudo acercarse a ello.
Lo que sin duda logró Crick es sembrar la semilla de gran parte del terreno neurocientífico, cuando ya aburrido de los genes y del ADN se dispuso a investigar el fenómeno de la conciencia en el cerebro. Con esto la ciencia arrebató a los filósofos el diálogo sobre la conciencia.Cuando pensamos en comida, no es que nuestro cerebro esté “lleno” de comida; es decir, sólo existe la representación de la comida; una imagen, olor y sabor.
Difícilmente podemos localizar en el cerebro donde se encuentra esa representación de la comida.Sin embargo, hay experimentos interesantes; como el publicado en una prestigiosa revista científica, en donde un grupo de neuronas se pudo asociar a un evento determinado.
En el experimento se mostró cómo el cerebro de un paciente activa un grupo de neuronas cuando se le mostraba una foto de Jennifer Aniston; es decir, que las neuronas disparaban descargas eléctricas selectivamente cuando se mostraban las fotografías, o cuando se pronunciaba el nombre de la actriz o simplemente aparecía la imagen de algún otro actor de la serie “Friends”.
Aún así, no existe la certeza de que todo aquello que ven nuestros ojos esté destinado a grupos específicos de neuronas, o bien, sea distribuido a otras áreas corticales y subcorticales. Pero eso poco importa para la mayoría de las personas; casi nadie se levanta de la cama preguntándose ¿por qué soy consciente de mi mismo?.
De hecho, lo más popularmente conocido es que cada persona sólo “ve” lo que en realidad quiere ver, y sus neuronas sólo prestan atención a lo que realmente le interesa; lo demás prefiere ignorarlo.
