En el corazón de la economía más poderosa del mundo reside una fuerza laboral silenciosa, pero vital: los migrantes mexicanos. Con cerca de 40 millones de connacionales en Estados Unidos (según estimación del Anuario 2024 de Migración y Remesas México), de los cuales aproximadamente unos 5 millones son indocumentados, este grupo es la columna vertebral de sectores económicos cruciales.
Su impacto va más allá de los números. El 72% de los migrantes indocumentados trabaja, cifra que supera el promedio nacional. Son indispensables en la agricultura, construcción, manufactura, hotelería y servicios, manteniendo a flote ciudades enteras y asegurando la competitividad estadounidense.
Su contribución económica es directa y masiva. En 2023, los migrantes indocumentados pagaron cerca de 89.8 mil millones de dólares en impuestos federales, estatales y locales. Son un amortiguador fiscal, sosteniendo un sistema del que paradójicamente están excluidos legalmente.
Además, aportan juventud y dinamismo demográfico en una sociedad que envejece. Sus hijos, muchos nacidos en EU, son la próxima generación de contribuyentes y trabajadores que sostendrán los sistemas de pensiones y salud.
En el ámbito geoeconómico, son un puente vital. En 2024, las remesas a México alcanzaron los 67 mil millones de dólares, equivalentes al 3.7% del PIB mexicano, impulsando economías locales y estabilizando el tipo de cambio.
Es irónico así que los migrantes mexicanos sean blanco de discursos hostiles. El propio Donald Trump ha reconocido ya que las deportaciones masivas causan escasez de mano de obra en sectores clave.
Eliminar o siquiera afectar a este grupo es, además de profunda injusticia, una equivocación estructural. Las medidas de Trump, orientadas a una posible deportación masiva, causarán una inflación galopante, una caída brutal de la productividad, interrupciones severas en las cadenas de suministro y un deterioro sin precedentes de la relación bilateral con México. Sería, sin duda, una amenaza autoinfligida a la estabilidad de EU.
Palabras clave
Reconocer a los migrantes mexicanos como actores económicos clave no es un gesto de caridad. Es una afirmación basada en realidades, sentido común y datos duros. Aceptar su lugar no solo les otorga la dignidad que merecen, fortalece a EU en su conjunto. Sin ellos, ese país no camina siquiera.