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¿Llegaron para quedarse?

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Dos hechos noticiosos en materia de seguridad relacionados con el tráfico de drogas en nuestro país y en Estados Unidos nos ponen a reflexionar sobre lo que parece una realidad evidente en México y es el hecho de que ha dejado de ser un país de paso, argumento que se utilizó por muchos años, para convertirse en un territorio de consumo, lo que debería tenernos preocupados a todos.

Esto me hizo recordar argumentos usados en los 80´s y 90´s en diferentes territorios del país en los que se decía que el narcotráfico tenía su principal objetivo en transportar la mercancía de los países productores, con destino final en los Estados Unidos, lo cual en apariencia no era algo que socialmente produjera preocupación.

En los años que tengo como especialista en adicciones y escribiendo sobre estos temas de manera pública, jamás los he abordado desde la perspectiva de seguridad, primero porque soy inexperto y no suelo opinar de lo que desconozco, además de que me parece que, si bien es un enfoque prioritario de la agenda nacional, deberíamos concentrarnos de igual forma en el daño local que hace a nuestro país el aumento en el consumo de drogas y la aparición de nuevos psicotrópicos.

En la década de los 2000 cuando comenzaron a diversificarse las notas delictivas relacionadas al narcotráfico en todo el país, había quienes seguían defendiendo la postura de que éste era un tema de seguridad y que desde ese enfoque debería abordarse.

Cuando yo escuchaba ese tipo de argumentos, inmediatamente ponía el desorden, por así decirlo, en las mesas de conversación, asegurando que México había dejado de ser una ruta de paso en el tráfico de drogas y preguntando si no nos habíamos dado cuenta de cómo desde los 80´s y 90´s se había disparado el consumo de diversas drogas, en todos los sectores socioeconómicos.

¿Dónde estaban los padres de familia de posiciones acomodadas en los municipios más ricos del país en donde abunda el consumo local de diversas drogas y ha ido marcando tendencias al alza desde los 90´s?

Les comentaba que, en 1989 siendo representante de los grupos estudiantiles del Tec de Monterrey en la capital de Nuevo León, la Dirección de Asuntos Estudiantiles me pidió colaborar de manera anónima en un ejercicio que pretendía detectar posibles focos rojos de consumo en la población académica. Nunca supe si se hizo el diagnóstico, aunque era evidente que ya existía una preocupación por estos temas en los campus universitarios.

De los 90’s a la fecha, lamentablemente se han multiplicado las drogas que circulan en los mercados locales, así como evidentemente el consumo nacional y el crecimiento de las adicciones con sus daños directos y colaterales.

Ya no cabe el pensamiento de que somos un país de paso y más de uno nos preguntamos con preocupación si todas estas drogas, incluyendo las nuevas, ¿llegaron para quedarse?

Lamentablemente, en la negación en la que algunos aún prefieren moverse para hacer como que no existe la realidad, muchas instituciones educativas minimizan el abuso de drogas y alcohol dentro de sus comunidades estudiantiles, igual que pasa en muchos grupos sociales que piensan que es preferible pensar que esto no está sucediendo y evitar hacer algo al respecto.

Tienen que suceder noticias escandalosas en materia de seguridad, como la sucedida en Puerto Morelos, Quintana Roo, para que la realidad nos abra los ojos y no nos quede más remedio que aceptar que muchos de los destinos turísticos de nuestro querido México, se han convertido en centros festivos, sede de uso y abuso de drogas para el mercado nacional y extranjero.

O deben difundirse noticias como las relacionadas con el tráfico de fentanilo que se dieron a conocer esta semana, para comenzar a preocuparnos de que esas drogas sintéticas pudieran estar envenenando no sólo a los norteamericanos que las llevan a su país, sino a quienes ya las usan y abusan de ellas en territorio nacional.

¿Y si fueran nuestros hijos, los amigos de nuestros hijos o nuestros conocidos, las víctimas de esa realidad? ¿Seguiríamos minimizando o negando lo que ya no puede negarse?

Mejor pongamos manos a la obra y hagamos programas de prevención con bases científicas y sociales, a lo largo y ancho del país. Finalmente, si parte de toda la droga que se trafica se queda en México, vale más hacer consciencia y prevención de los daños, muchas veces irreparables, que causa su uso y abuso.

Omar Cervantes Rodríguez

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