Hace un mes se vivió en León una escena desgarradora, en su momento conmocionó a la ciudad, una camioneta conducida por un hombre en sus 40 entró muy temprano al Parque Metropolitano, el hombre se estacionó y descendió de su auto, caminó hacia la cortina y subió por la escalera que está rodeada por las piedras, minutos después se dice que saltó al agua en donde acto seguido perdió la vida.
En su momento quise escribir sobre este tema, pero por respeto a la situación, a la victima y a la familia decidí esperar un poco. Un mes después cuando la sociedad al parecer ya olvidó el suceso, cuando la familia sigue con el dolor de la partida y cuando este hombre ya solo queda en el recuerdo de los que lo amaron y en las notas amarillistas de internet que expusieron la forma lamentable en que decidió terminar con su vida, yo quisiera abordar el tema.
Estos casos son más frecuentes de lo que pensamos, en el Estado de Guanajuato en el 2023 se registraron 558 casos de suicidio y en 2024 hubo 258 intentos de suicidio. Y yo me pregunto: ¿Qué debe estar pasando por la cabeza de alguien para sentir que no tiene otra salida? ¿Qué estamos haciendo la sociedad para ayudar a que nadie se sienta así? ¿Por qué no somos capaces de pedir ayuda cuando sentimos que la necesitamos? ¿En dónde quedó la humanidad? ¿Por qué este hombre no encontró a nadie a quien poder acercarse?
Y yo me pregunto, y si fue alguien que algún día yo me topé en el camino y que una palabra de apoyo, un acto de bondad, hasta una simple sonrisa ¿lo hubiera hecho cambiar de opinión? ¿le hubiera dado un poco de esperanza?
Pero los hubiera no existen, solo queda el presente y ser conscientes de que cada acción que realizamos tiene un impacto en las demás personas, que algunas veces un poco de empatía puede salvar una vida y que vivimos en una época en la que cualquier acto de bondad al prójimo puede hacer la diferencia en su vida, a veces aunque nosotros mismos no nos demos cuenta del impacto tan importante.
Le fallamos como sociedad a las personas que no encuentran otra salida que terminar con sus vidas, les fallamos al no ser capaces de lograr vivir en armonía, les fallamos como gobierno al no ser capaces de tener instituciones que generen la confianza suficiente como para que un padre de familia sin ingresos para comer pueda acercarse a pedir ayuda temporal, o cuando una madre de familia que no puede pagar sus útiles escolares para sus hijos tiene que ir a formarse en un miércoles ciudadano 10 horas para que solo le pidan más documentación o le regalen una mochila. Les fallamos.