¿Te acuerdas mamá, cuando nos poníamos calcetines viejos en las manos y jugábamos a los pitacios?
¿Te acuerdas mamá cuando me castigaste con ejercicio en vez de encierro, para evitar que me pasará el castigo atascándome de galletas y licuado de chocolate?
¿Te acuerdas mamá, de los caracoles, del mar, de la lluvia, del agua en el pasto recién regado, del agua, mamá, del agua, a dónde decías que te regresáramos?
¿Te acuerdas, mamá, pero de verdad, no sólo menees la cabeza porque quieres que me calle y te acaricie, te acuerdas de las veces que gritábamos a rabiar, que nos cerrábamos la puerta en las narices y llorábamos cada una en su cuarto?
Te acuerdas de las veces que nos sentamos a ver películas los sábados o los domingos con una pizza, spaghetti y ensalada y tu copa de vino, siempre tan kitch tu, tan sex and the city, tan mamma mía.
¿Te acuerdas mamá, cuando nos obligabas a bailar las de ABBA, las de Madonna, las que a ti te gustaban y que Dylan era como un palo tieso un spaghetti todo escurrido y sin ganas?
¿Te acuerdas mamá de las posadas en casa de la tía Viro, de los molletes, de la hermosa familia que nos regalaste y que ahora te acompaña?
Te acuerdas, mamá, cuando me dijiste que si no me iba a ir, porque a los doce te dije que me iría, y entonces, por orgullo, me fuí.
¿Te acuerdas mamá, de las veces que nos vimos sin vernos, que elegimos ser extrañas, desconocidas con un pasado terrorífico en común?
¿Te acuerdas de la vez que me dijiste que nunca quisiste ser madre y mucho menos abuela, cuando fuí a pedirte ayuda?
¿Te acuerdas como fue que finalmente nos acercamos, perdonamos, acariciamos y crecimos juntas hacia una relación horizontal?
¿Te acuerdas mamá, de cómo he sostenido tu mano, te he dicho que te amo, te he bañado, de cómo me dijiste que era fuerte y valiente?
Acuérdate tu ahora, por favor, de lo que te digo, nos vemos en los por siempre, en el agua, en las olas, en los ríos que desembocan en el mar.