I.- En 1953 o poco antes —su libro es de 1954—, Manuel Toussaint escribió: “En los aledaños de Puebla, hacia el sur, se encontraba el pintoresco pueblecillo de San Baltasar Campeche. Hoy el crecimiento de la ciudad lo ha absorbido…”
Y acepta: “No hemos logrado obtener ninguna información histórica acerca de su templo que, para 1801, ya existía”.Tampoco hay más misma información sobre la población.
Enrique Cordero y Torres —basado en Torquemada— publicó en 1966 sobre él, cuyo sitio preciso sería “la colina llamada Xolotzingo”, del náhuatl “mazorca pequeña y tierna”, hoy Xilotzingo:
Sus pobladores, tlaxcaltecas, hicieron un campamento ahí, al ser traídos para edificar la Ciudad de los Ángeles en 1531, debido a la prohibición de asentarse dentro de la urbe.
Agrega: “Cerca del paraje de Huexotitla […], hasta por donde corre el río Almoloya (río de San Francisco) de la jurisdicción de aquel reino indígena, Totimehuacán.”
Recuerda que Torquemada —seguramente copiando a Motolinia— afirma que fueron “miles” los indígenas traídos para la erección de la Angelópolis; cuando no se requirió su trabajo regresaron a sus poblados y fueron regresados cuando la urbe creció.
Afirma: los tlaxcaltecas, a Xolotzingo fueron los “últimos en regresar” y se asentaron definitivamente ahí porque los jefes de familia trabajaban en la Angelópolis, en sus campos de cultivo y en el molino de Huexotitla.
El “campamento se convirtió en un pequeño núcleo, que por tiempo impreciso no estuvo considerado en los patrones ni en la jurisdicción de la ciudad de Puebla ni de la Intendencia”, agrega y asegura:
“El pueblo surgió así, por una necesidad, sin contar con una disposición expresa para su fundación: una cédula real o un edicto de la Audiencia o el visorrey, como aconteció y fue de ley en cientos de casos de establecimiento de colectividades” en el virreinato.
Cordero cita: “En la integración territorial del Partido de Puebla, por virtud de la Constitución del Estado de Puebla expedida el 4 de octubre de 1824, se considera a San Baltasar como barrio, dependiente en todo de las autoridades de la ciudad de Puebla; no obstante esto, se le siguió llamando pueblo.”
Entre 1962 y 1963, se le anexó a la Angelópolis como una de sus 17 juntas auxiliares.
Hoy, habitantes de ese pueblo reclaman terrenos de la Unidad Habitacional La Margarita.
II.-“En la Planta de la Ciudad de los Ángeles de la Nueva España, 1698, que es el plano más antiguo de la Ciudad de Puebla que se conoce, cuya copia fotostáticase halla en el archivo del Ayuntamiento —copia que se obtuvo del original que está en el Archivo de Indias, en Sevilla, España— figura el pueblo de San Baltasar (sic) lo que prueba que se le consideraba dentro de la jurisdicción de la ciudad”, cita Enrique Cordero y Torres en su libro “Crónicas de mi ciudad”, cuya segunda edición data de 1966.
“El pueblo”, de acuerdo con el propio Cordero, ya existía cuando fue construido el molino de Huexotitla: “...esto sucedía por el año de 1537…”, y el lugar “de pan moler” perteneció a Martín Pérez Partidor a quien, como otros, sigue atribuyendo el haber sido el re-partidor de los solares en la fundación de la Ciudad de los Ángeles.
Para Hugo Leicht no hay evidencia documental para comprobar tal dicho.
Y si bien, Toussaint no halló más información sobre el templo de San Baltasar —y recomienda al final de su libro “La catedral y las iglesias de Puebla”, 1954 se investigue en el Archivo de Notarías para saber más al respecto— Cordero informa en su texto antecitado:
“En la sacristía existe un plano —pintura a la acuarela— fechado en el año de 1801, en él se determina el área del pueblo con la extensión al Sur de 1457 metros por 3679 al Oriente, por el Norte 1519 por 3722 al Poniente.”
Cordero afirma también que fue el propio Martín Pérez quien llamó al molino de “San Baltasar Huexotitla” al ser “devoto de aquel bíblico rey y por la denominación del lugar”, lo cual haría inferir que ya había un pueblo anterior con ese nombre, para 1537, lo cual es imposible.
El cronista supone que los pobladores de “la colina de Xolotzingo”, hoy Xilotzingo, de origen tlaxcalteca —aparentemente de origen nahua y no otomí— habrían olvidado el nombre de este lugar y comenzaron a llamarlo San Baltasar, por su recurrencia a laborar en ese molino.
Podemos inferir que las casas del pueblo eran como las antiguas de San Francisco Totimehuacán, lugar muy cercano a él: de “piedras de xalnene” y techos de “palma prensada”, a veces con quiote, de dos aguas; aunque también había casas, habitaciones de penca de maguey o de mezcla de adobe y zacate, de acuerdo con la tesis de José Rafael Moreno Maravilla para obtener la Maestría en Historia por la BUAP.
III. Sin darnos una fuente, Enrique Cordero y Torres afirma que el jefe de las familias tlaxcaltecas asentadas en el hoy Xilotzingo —que sería el actual San Baltasar Campeche— fue de origen maya “como […] gran número de tlaxcaltecas”, de ahí que se le diera el “apellido” de origen mayense al pueblo.
Cita, entonces el cronista: “El vocablo campeche es de origen maya, compuesto de dos palabras: hum (que por alteración fonética fue convertida en cam) que quiere decir serpiente y pech (por la razón expuesta peche) que se traduce por garrapata.”
Agrega: los asentados en Xilotzingo ya de manera definitiva —no sólo en campamento— habrían reconocido al supuesto jefe campeche como su cacique y trabajaban en el molino de Martín Pérez, por cierto, conocido tradicionalmente como el más antiguo de América.
Cordero explica que ese cacique, como la mayoría de los hombres del pueblo, trabajaba en el molino:
“…siendo su ocupación el meterse en una de madera de grandes proporciones, en donde iba a dar la harina que se cernía para echarla a los costales o envases; al que ejercía este oficio se le denominó campechero y así figura en la lista de raya del molino. Indudablemente que el nombre de este oficio se debió al jefe tlaxcalteca.”
El cronista se inclina por esta versión dado que hasta la aparición de su libro (1955 y 1966) existían familias cuyo apellido aún era Campeche, es decir, descendientes de alguien apellidado así generaciones antes.
Al pueblo de San Baltasar lo unió, hasta el siglo XX, un pequeño puente, del que cita Cordero y Torres de acuerdo con un voluminoso expediente del Archivo del Ayuntamiento, legajo número 123, del Tomo XIII, casillero 8:
1814: “…la queja interpuesta por los vecinos del barrio (sic) de San Baltasar contra el presbítero Morales, dueño del rancho ‘El Pópulo’ por haber cerrado la comunicación con el pueblo (sic).”
En el archivo no encontró Cordero y Torres la resolución del pleito, pero el hecho de que los vecinos abrieran una vereda que convirtieron en camino, pasando por El Pópulo, debió haber sido a su favor, pues ese fue laruta, hasta el siglo XX que llevaba a la Ciudad de los Ángeles.
Más agrega: “En el año de 1675 hay una referencia documental en el citado archivo municipal, de ‘la puente de bóveda de Totimehuacán, ubicado arriba del pueblo de San Baltasar Campeche’ que une ambos pueblos, informándose en el propio escrito que dicho puente data a raíz de la fundación de la ciudad de Puebla, y fueron sus arquitectos y constructores los beneméritos y seráficos frailes franciscanos.”
Y más: “Este puente desapareció, al parecer destruido por el uso y la acción del tiempo hasta la construcción de la carretera a Valsequillo” trazada en 1925 y concluida y entregada en 1936, sustituido por un pequeño puente que, hasta el entubado del río San Francisco, existía en el cruce de la actual Calle 5 Sur y el Bulevar Valsequillo.