Venceréis, mas no convenceréis… porque convencer significa persuadir. Y para persuadir necesitáis algo que os falta en esta lucha, razón y derecho”, dijo en un célebre discurso Miguel de Unamuno, en 1936, siendo rector de la Universidad de Salamanca. Sus palabras me vienen a la mente cuando observo la conducta de las bancadas partidistas en el seno de diversos parlamentos.
Ayer fue el turno del Congreso de Nuevo León, donde hemos pasado de la omisión al retroceso. La anterior Legislatura no realizó las reformas necesarias para que la paridad en todo, principio constitucional, pudiera materializarse en nuestros procesos electorales.
Ante esta laguna, con base en lo dispuesto en la Carta Magna y con la guía de diversas sentencias y jurisprudencias que arrojaban luz sobre cómo operar una circunstancia de este tipo, desde la Comisión Estatal Electoral se emitieron, en 2020, lineamientos que permitieran equiparar las condiciones electorales de las nuevoleonesas, a las de las mujeres del resto del país al tomar medidas que incluyeran la rentabilidad electoral y el número de habitantes del municipio como variables a considerar a la hora de asignar candidaturas.
Cabe señalar que nuestro estado había llegado ya con rezago a diversas citas históricas en este tema, por lo que el actuar del órgano administrativo permitía que, por una vez, nuestra entidad no llevara a cabo una violencia sistemática contra las mujeres por la vía de escatimarles lo que en la Constitución, con mucho esfuerzo, se había conquistado y que no es otra cosa que el acceso justo e igualitario al poder.
Con honrosas excepciones, ayer, nuestras diputadas y diputados dieron reversa —a pesar de que cuando de derechos humanos se trata solo cabe la progresividad— y devolvieron la paridad horizontal a una lectura simple. Pero nunca se pierde en todo. Este despropósito fue la ocasión de generar un amplísimo frente al que se sumaron y desde el que se movilizó un gran número de colectivas que, con respeto y argumentos, apostando por el debate democrático, lucharon por detener esta decisión. A ellas, más unidas y resueltas que nunca, no las convencieron; mucho menos las vencieron.
Miriam Hinojosa Dieck
Politóloga* [email protected]