Abatir la desigual distribución de las labores de cuidado se ha identificado como uno de los factores más importantes para el avance de las mujeres. La razón es muy sencilla, mientras un mismo género (el femenino) siga realizando casi tres cuartas partes de este tipo de tareas, con gran frecuencia no remuneradas, seguiremos enfrentando toda clase de obstáculos para nuestro pleno desarrollo; por ejemplo, el acceso a la educación, al trabajo remunerado o al esparcimiento.
Por eso es muy importante difundir la opinión consultiva publicada por la Corte Interamericana de Derechos Humanos el pasado junio, la cual tiene como elemento central el identificar como un derecho humano individual el derecho a cuidar, ser cuidado y el autocuidado.
Aunque resulte paradójico, había sido su omnipresencia como herramienta para acceder a otros derechos lo que lo había mantenido hasta cierto punto oculto. El derecho a la vida, a la educación o al trabajo pasan necesariamente por el cuidado, ya que el necesitar la ayuda de otros, o bien la necesidad de ayudar a otros se presentan de manera reiterada a lo largo del ciclo de vida de cualquier persona.
El invocar esta perspectiva evolutiva, es decir, el reconocer que los individuos transitamos por diversas etapas, pero que el acceso a los derechos no puede ser intermitente; así como la manifestación diferenciada de este derecho que implica recibir, prodigar o autobrindarnos cuidados trae a la mesa una mirada vanguardista que impacta necesariamente en las obligaciones del Estado, la empresa y la sociedad misma. Pero, sobre todo, es importante subrayar el llamado reiterado de la Corte para que, en todos los casos, pongamos en el centro el maximizar la oportunidad para que las personas tomen por sí mismas las decisiones que les impactan y puedan hacer realidad sus propios proyectos de vida.
El florecimiento de personas, negocios e instituciones es soportado en una gran medida por los hombros de las mujeres que realizan labores de cuidado; es hora de identificarlo, reconocerlo y recompensarlo. El cuidado es un derecho, también para quienes lo garantizan.