"Cuando la gracia se une a las arrugas, es adorable. Hay un amanecer indecible en la vejez feliz".
-Víctor Hugo.
¡Deshágase de lo viejo para darle lugar a lo nuevo! Quizá esta consigna sirva para algunas cosas materiales, pero no para los seres que nos rodean.
En febrero de este año, después de la helada, un hermoso árbol sucumbió ante el abrupto cambio de temperatura, pasaron algunos meses y un día llegaron los trabajadores del municipio a talarlo, en ese tiempo un pájaro carpintero hizo su nido en el tronco.
Los vecinos intercedieron por el ave, el carpintero lo encontró magnífico, haciéndolo su nueva residencia. Así, con la ayuda de los colonos, ese árbol viejo, seco e inservible está renovado, vivo y cumple una función, es decir, tiene una utilidad.
Si tomamos como ejemplo la anécdota del árbol y el pájaro carpintero ¿Cómo concretamos acciones proactivas con nuestros propios viejos? ¿Cómo proteger a nuestros padres o abuelos de la demencia, el Alzheimer o el COVID? ¿Cómo conservar las tradiciones? Pero sobre todo ¿Cómo mantener la cercanía con su amor, sabiduría y experiencia?
El pasado 28 de agosto acabamos de conmemorar en México el Día del Adulto Mayor, y nos vemos enfrentados a trasmitir el valor del lazo social que cohesiona la estructura social: la familia.
Amar, comprender y respetar a nuestros seres queridos en las diferentes etapas que van transitando en la vida, es cada vez más difícil, por el olvido y el desapego por la situación actual que nos plantea una propuesta difícil de manejar con la “sana distancia”.
Los adultos mayores buscan ser útiles y no representar una carga.
¿Cómo sortear el inevitable deterioro que acompaña poco a poco al envejecimiento y que genera –muchas veces- desesperación, fastidio o aburrimiento entre los más jóvenes? Hay dos sentimientos poderosísimos que nos ayudan en esta etapa: Amor y paciencia.
No hagamos a un lado a nuestros viejos, que no estorben en la mesa, disfrutemos su compañía, que sea un placer el tiempo que les brindemos, para lograrlo es menester apreciar la sabiduría y el tesoro que –con su presencia- nos obsequian también su experiencia.
"Que nadie me arrebate las arrugas de mi frente, conseguidas a través del asombro ante la belleza de la vida; O las de mi boca, que muestra cuánto he reído y cuánto he besado; Y tampoco las bolsas de mis ojos: en ellas está el recuerdo de cuánto he llorado. Son mías y son bellas". -Meryl Streep
Miriam Colín
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