Cultura

La Ciudad de México del Che


Juan Patricio Riveroll, Al filo de la revolución, Planeta,
México, 2021, 288 pp.


En una hombrada como la de los revolucionarios cubanos de finales de los cincuenta, piezas de un todo que ahora miramos en perspectiva, hay poco que inventar.

Los acontecimientos se adicionan y multiplican como elementos de una ficción, específicamente los sucedidos en el México de entonces, por sí mismos novelescos.

Lograr una convincente literatura sobre aquello implica un reto mayor.

Que debe de enfrentarse, nadie lo dude, así el resultado no sea el esperado por los lectores.

Juan Patricio Riveroll (Ciudad de México, 1979) le dijo esa historia.

Sabedor, lo advierte en la nota que acompaña su tercera novela, Al filo de la revolución, de la existencia de un extendido e importante listado de obras al respecto, lo mismo testimoniales que biográficas.

El resultado, un libro ya en mesa de novedades, “la apasionante novela de los años olvidados del Che Guevara en México”, advierten sus editores, que reconstruye las acciones probadas a lo largo de tantos años.

“Me tomé algunas libertades”, dice Riveroll, “aunque creo que mi función más importante al traspasar los hechos al mundo de la novela histórica fue de sustracción”.

Tarea que incorpora a los personajes principales del periodo delimitado, una treintena de meses, bien conocidos por propios y extraños, al grado de que uno de ellos, Ernesto Guevara, mantiene vigencia como ícono planetario al lado de nuestra Frida Kahlo.

El Che estuvo en México. En el entonces Distrito Federal.

Una metrópoli, aun con “su fuerza de gravedad”, que no logró engullir ni al Che ni a sus compañeros de ruta (Fidel Casto, en primerísimo lugar) en la que se exhibía Los olvidados, del gran Luis Buñuel.

“Viste”, le dijo, le habría dicho… el Che a Hilda, la peruana con la que pronto contraería matrimonio y concebirían su primera hija, “se puede hacer un cine que denuncie los verdaderos problemas de la sociedad en un país como este”.

Provenientes de Guatemala, atrás dejaron las jornadas que empujaron la caída del presidente Arbenz, Che e Hilda se asentarán pronto en las calles y barrios defeños. No tardarán en vincularse al movimiento revolucionario cubano, capitaneado por los hermanos Raúl y Fidel.

Andarán, como los Castro y su incipiente ejército, esta ciudad “de inmensidad”, estacionándose en distintos sitios.

Emparan 49, colonia Tabacalera, sede de ciertas tertulias cubanas donde Che y Fidel se conocen.

Café La Habana (Bucareli), sitio que Fidel “pisaba para acercarse en espíritu a la única ciudad que consideraba suya”.

Bosque de Chapultepec, reducto ecológico donde los cubanos se recrean y encuentran un pequeño busto del prócer isleño José Martí.

Las colonias Narvarte, Anzures, Polanco, Lomas…, donde comenzarán a fijar residencias para el acaparamiento de armas, hombres y organización.

El Monumento a la Revolución, en un extremo de la avenida Juárez, “para emprender largas caminatas por las calles de la ciudad, sobre todo a lo largo de Insurgentes, siempre en parejas para que el grupo no levantara sospechas”.

El cine Lindavista, Insurgentes Norte, Zacatenco, el cerro del Chiquihuite, Santa Fe, avenida Chapultepec, calle Vallarta, la colonia Roma, el Pedregal…

La organización conspirativa avanza, lo sabemos por la historia, lo cuenta la novela. Contradictoriamente, la detención de muchos de sus participantes (Che y Fidel incluidos) acelerará sus pasos.

Siguen días de clandestinidad. Los combatientes se reúnen en Tuxpan, desde donde partirán a costas cubanas en el Granma, “un yate de madera hecho en Tampa en 1943”.

A nada de partir, uno de los convocados pregunta: “¿Realmente ese es el barco’”. “Claro”, le contestan. Parece imposible que un navío así pueda trasladar a tanta gente. “¿Cuántos vamos a ir?”, segunda pregunta. “Cerca de noventa”, le aclaran. “¿Estás seguro?” “No importa ni la cantidad de hombres ni los problemas que tiene todavía uno de los motores. Estoy seguro que llega a las costas de Cuba”.

Realidad histórica, ahora ficción literaria, el barco llegó.


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Mauricio Flores
  • Mauricio Flores
  • [email protected]
  • Periodista, estudió Ciencia Política y Administración Pública en la UNAM
Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de Notivox DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
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