Cultura

La sonrisa de Drácula

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‘Elsinore. Un cuaderno’. Salvador Elizondo. Bolsillo ERA. México, 2020.  (Especial)
‘Elsinore. Un cuaderno’. Salvador Elizondo. Bolsillo ERA. México, 2020. (Especial)

La editorial ERA puso a circular una edición de bolsillo de la tercera novela de Salvador Elizondo (1932-2006). Se trata de Elsinore, un cuaderno de escritura, libro de aprendizaje sexual, crónica de una serie de peripecias que vivió en California, en la Escuela Naval y Militar del Lago Elsinore.

En la “Advertencia” que escribió para la segunda edición de su Autobiografía precoz (Aldus, 2000), Elizondo reconoce que hereda de su madre la agudeza de apegarse a lo que decía Gracián, y así trató de dividir la vida en tres etapas: la primera, hablar con los muertos (leer); la segunda, hablar con los vivos (viajar, amar, conversar, escribir); y, finalmente, hablar con uno mismo. Como reconoce el autor, Elsinore pertenece a esa segunda etapa, a un periodo de descubrimientos y lucubraciones, de encuentros y desencuentros.

El escritor relata sus vivencias como adolescente en una escuela militar, a donde lo envió su padre. El objetivo era que cursara la secundaria y adquiriera el dominio del inglés como segunda lengua. Era 1945, el año en que finalizó la Segunda Guerra Mundial. El viaje a California comienza cuando Elizondo tiene 11 años y culmina a los 15. Podría ser considerada una novela de formación, dado que describe el paso de la juventud a la adultez y la complicidad que sostiene con su amigo Fred.

El sueño, quizá como una segunda vida, como creía Nerval (o acaso como una segunda memoria, pues ésta viaja hacia la infancia y obtiene de esta etapa sus reflejos), es frecuentado por el autor. El comienzo de Elsinore trae resonancias con El grafógrafo, famoso texto que le dedica a Octavio Paz: “Escribo. Escribo que escribo. Mentalmente me veo escribir y también puedo verme ver que escribo…” Y en este cuaderno se lee, en común: “Estoy soñando que escribo este cuaderno…”

Como bien apunta Gabriel Bernal Granados, “Elizondo concebía la literatura como escritura, y la escritura como una parte de la vida que se confunde con la vida en sí”. Elizondo es el memorioso al estilo de Proust que juega con el lenguaje, como Joyce, en esta aventura de un par de muchachos. No cabe duda que el inglés se convierte en su segunda lengua, y lo incorpora de manera fresca y lúcida. Hace que el lector cabalgue, primero a paso lento, y luego a trote por subidas y bajas caprichosas, hasta que se topa con situaciones inesperadas. La ironía es una característica de la prosa elizondiana, ese sutil guiño, certero y agudo. Por ejemplo, que conozca a un jardinero mexicano y se llame Porfirio Díaz, y que se vea rodeado de una atmósfera hollywoodense, en donde sobresalen personajes como Bela Lugosi, pues colegio militar colindaba con la residencia de un afantasmado Lugosi, el eterno Drácula que sonríe a lo largo de estas páginas.

La sensualidad de Rita Hayworth es incorporada a la mente infantil, a la maestra de baile de la escuela, la señorita Simpson, de quien Elizondo queda perdidamente enamorado. Novela de iniciación o como le dicen los alemanes, bildungsroman, que quizá puede ser leída junto con otra novela corta mexicana de la misma década, Las batallas en el desierto (1981) de José Emilio Pacheco. Ambos son títulos que retratan el despertar erótico de adolescentes durante los años cuarenta. Elsinore fue publicada en 1988, Elizondo explica así el carácter del narrador: “La pasión por una sola mujer nunca es más intensa ni más aparatosa, espiritualmente hablando, que en la adolescencia, mientras es uno todavía capaz de desear tan intensamente sin ninguna esperanza de ser correspondido.”

Otras presencias literarias van desde Poe a Conrad. La escuela militar californiana era conocida por impenetrable y nunca nadie se había podido fugar de ese lugar. Mas llegó Elizondo y derribó esa idea, pues solía escaparse con su amigo, Fred, a fumar, beber, tener sexo y conocer más sobre la vida. La aventura acuática que viven los jóvenes adquiere dimensiones de mito; también hay ecos cinematográficos como en la vida de Elizondo, pues su padre era productor de cine.

El español y el inglés conviven de forma paralela en la novela, en donde también se plantea una exploración al mundo de los mexicanos, cadetes estadunidenses, braceros, maestros y alumnos. Conviene recordar que el término “bracero” correspondía a los mexicanos que trabajaban con sus brazos en el Programa de Trabajadores del Campo de México en Estados Unidos, implementado de 1942 a 1964, por el que emigraron más de 4.5 millones de mexicanos a los Estados Unidos. Esta estrategia se instauró para alimentar a las tropas estadounidenses durante la Segunda Guerra Mundial y permaneció varios años después. No se les llamaba indocumentados ni mojados.

En una carta enviada a Elizondo, Octavio Paz reconoce que Elsinore es “un libro breve y perfecto. Al fin una literatura en la que se alían la ligereza y la inteligencia, la gracia y la melancolía”. Es“un caleidoscopio mental”, como se lee en el libro. Sin duda, una narrativa trepidante, relevadora, llena evocaciones y nostalgia.

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Mary Carmen Sánchez Ambriz
  • Mary Carmen Sánchez Ambriz
  • [email protected]
  • Ensayista, crítica literaria y docente. Fue editora de la sección Cultura en la revista Cambio.
Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de Notivox DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
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