Cultura

Semana Santa en el siglo XIX

  • Taller Sie7e
  • Semana Santa  en el siglo XIX
  • María Luisa Herrera Casasús

La Semana Santa celebrada ahora en tierras antaño desconocidas, la divina tragedia sucedida en Siria hacía ya mil 800 años, gracias a la nueva religión cristiana católica traída por los españoles. Se suspendían todos los negocios, y todo el mundo conmemoraba la redención de los humanos por Cristo Jesús, según relata la marquesa Calderón de la Barca.

En el Jueves Santo la Ciudad de México se transformaba. No se permitía transitar a los carruajes, y se veía a todo el mundo, las damas elegantes, las mujeres del pueblo y las indias, caminar a pie por las calles rumbo a las iglesias. Después de la ceremonia religiosa nocturna se colocaba la Sagrada Forma en un hermoso monumento en todas las iglesias, y se acostumbraba la “Visita a las Siete Casas” para orar ante ella. Por la noche, se efectuaba una gran procesión de imágenes, que la sombras de la calle la hacían muy impresionante. Iban sobre pesadas plataformas que cargaban los gremios. Así se enseñaban los sucesos de nuestra fe cristiana a la mente sencilla del pueblo.

El Viernes Santo se conmemoraba el grandioso Sacrificio. Era un día de tristeza y humillación. Las señoras vestían de negro cubiertas con mantillas de encaje, y las iglesias cubrían sus imágenes con lienzos morados. Por la tarde se celebraba la Procesión de la Cruz con estandartes y crucifijos, seguidos de imágenes de las diferentes escenas de la muerte de Jesús. La procesión avanzaba en un silencio sepulcral, iluminada con miles de cirios que mezclaban la irrealidad de su brillo con la desmayada luz de la tarde. Al anochecer se cantaba el Miserere en catedral, tocado en discordancia de instrumentos y voces, en tempestuosa imploración de misericordia.

El Sábado de Gloria, hoy celebrado de modo diferente, tan solo como Sábado Santo, era de alegría. Había música de bandas militares, ruido rasposo de “matracas” y bullicio de fuegos artificiales, con repicar alegre de campanas y tronido de cohetes. Se rompían en la calle las piñatas que representaban al traidor Judas, que nunca imaginó que su efigie sería execrada por un pueblo entonces desconocido.

En Tampico y Cd. Madero la Semana Santa significaba la llegada del turismo a nuestras playas, y cada vez repetimos menos aquellos antiguos rituales de sacrificio y oración. Nuestras costumbres han cambiado un poco, pero no debemos olvidar en estas fechas el grandioso Sacrificio de Jesús, quien murió en la cruz para redimirnos. _

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Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de Notivox DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
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