La palabra que preserva a la ciudad es un tema recurrente en la obra de Gonzalo Celorio (Ciudad de México 1948).
Visitó Torreón entre 1996 para la feria del Libro que se organizaba en ese entonces por la Ibero y el Ayuntamiento.
La visita fue por medio de Sonia Salum y de Eduardo Langagne que tenían el gran proyecto de descentralización de Conaculta que unía a escritores, pintores y otros creadores en todo el país.
Gonzalo vino a presentar uno de sus libros, excelente presentación, después tuvimos una cena en mi casa.
Lo sé porque hay una fotografía en donde estamos Sonia, Gonzalo, Gaby Nava y yo afuera de mi casa.
Después de algunos años regresó y le pedí una entrevista para el libro Páramo de espejos (Universidad Iberoamericana Laguna, Grupo Editorial Miguel Ángel Porrúa, 2001).
La imagen fue tomada en la Ibero Laguna por Melchor Cadena, probablemente la entrevista también fue en ese lugar.
Recuerdo a Gonzalo siempre amable, erudito y con cierto apego a Torreón, ya que su tía María Luisa Celorio de del Barrio había venido a esta ciudad muchos años antes casada, pero el matrimonio no prosperó, ella se quedo a vivir en esta ciudad y se dedicó a dar clases de francés en la Alianza Francesa- La llamaban Madame del Barrio. Vivía en el Hotel Calvete de propietarios españoles que la protegieron siempre.
Van algunas frases de Gonzalo sobre preguntas de la entrevista:
De la formación Académica.
La patria de un escritor es verbal De no haber sido por una formación académica, quizá yo no hubiera leído El arte de los reyes magos, ni La Celestina o la hubiera leído en desorden, sin ningún tipo de contexto, de manera que la formación académica fue para mí realmente importante.
De lo géneros literarios.
Pues manejo muchos géneros híbridos. Amor propio es una novela y creo que mis ensayos de La épica sordina son eso ensayos; pero otros libros, que en principio son ensayos, acaban por ser muy liricos, después escribí otro libro sobre la Catedral de México que empieza a ser un ensayo pero después tienes un aproximación verdaderamente lirica y casi poética diría yo.
Ciudad de México.
La Ciudad de México es un escenario que me entusiasma, que me aferra, que me dice cosas y que pasa por el tamiz de mi escritura como una necesidad de aprehender ese espacio que de pronto siento como ajeno, hostil, incluso he escrito sobre la Ciudad de México porque escribo sobre el escenario que tocó vivir y pienso que la escritura es una manera de sobrevivir en esta ciudad, es una manera de transitar.
La única manera de hacerla habitable para mi es a través de la escritura, si no, sería una ciudad insoportable.
Memoria, Historia. Construir con la palabra lo que se está perdiendo
Me acaban de elegir miembro de la Academia de la Lengua y el discurso de ingreso que estoy preparando es sobre la Ciudad de México y su nexo con la literatura que, finalmente, preserva una ciudad que se destruye.
Del Proceso creativo
Cuando uno tiene una idea en la cabeza se escribe un ensayo, cuando alguien tiene un argumento completo, redondo se escribe un cuento, cuando alguien tiene una imagen esplendida lo que escribe es un poema y cuando alguien tiene un conflicto del demonio lo que escribe es una novela.
No sé si es un proceso doloroso, pero sí muy fastidioso, de verdad, es algo que detesto pero nada en la vida me satisface más que esto: es una especie de contradicción, mi proceso de escritura es un proceso de gran tensión.
La diferencia entre alguien que no es escritor y un escritor, es que al escritor le cuesta mucho trabajo escribir y escribir me resulta agobiante (….) no puedo entender la vida sin esta disciplina.
Talleres.
No creo en los talleres juveniles, educativos, sí fui alumno de Juan José Arreola, pero no en un ámbito de taller, aunque él lo manejaba como taller pero lo que agradezco de allí no es tanto el taller sino la cercanía de estar junto a Juan José, como pude haber tenido la cercanía con otros como Sergio Fernández.
Lugar especial para escribir.
Soy muy maniático. Sí escribo con mucho rigor, con mucha disciplina, en absoluto silencio, escribo a las seis de la mañana, escribo a lápiz, ya después de dos o tres borradores los paso a una laptop y se los doy a mi secretaria.
Gonzalo Edmundo Celorio y Blasco Desde febrero de 2019 se desempeña como director de la Academia Mexicana de la Lengua. De 2000 a 2002, fue director del Fondo de Cultura Económica En 1986 recibió el Premio Periodismo Cultural, otorgado por Instituto Nacional de Bellas Artes, por “Los subrayados son míos”; en 1997 se hizo acreedor al Prix dés Deux Océans que otorga el Festival de Biarritz por su obra El viaje sedentario traducida al francés; y en 1999 el Premio Nacional de Novela IMPAC-CONARTE-ITESM por la novela Y retiemble en sus centros la tierra. Ha sido galardonado con el Premio Nacional de Ciencias y Artes en Lingüística y Literatura otorgado por el Gobierno de México en 2010, Premio Mazatlán de Literatura, 2015, por El metal y la escoria.