Cada vez es más frecuente el afán dentro de algunos partidos políticos, de la búsqueda de ocupar un cargo por el sistema de representación proporcional y en posiciones garantizadas, que les proporcione inmunidad ante una probable persecución judicial.
Si esa es la causa de tal pretensión, el partido que accede a ello se vuelve en cierta forma en cómplice y generoso protector, desvirtuando el propósito de ocupar una curul u otro cargo también protegido por la ley, en cuyo caso el objetivo de la tarea buscada queda invalidada.
Efectivamente, la Constitución demanda que nadie puede ser perseguido, al existir la inviolabilidad y la protección procesal en varios documentos: la Ley Federal de Responsabilidades, la Orgánica del Congreso General y su ley orgánica, etc.
El fuero es un instrumento legal que confiere inmunidad procesal a determinados actores políticos, concebido para evitar abusos entre esferas de poder; no obstante, este instrumento ha sido considerado un sinónimo de impunidad.
Al amparo de los criterios laxos que adoptó el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación (Tepjf) en 2018, permitió la llegada al Senado de personas cuya candidatura violaba la Constitución.
No se descarta que exista una descarada persecución política contra algunas personas que han desafiado al partido en el poder o a alguno de sus líderes, pero no es justo que se les dé preferencia a esas personas sobre otras que tienen mejores credenciales.
Para ello existen los tribunales incluso la Suprema Corte, para dar protección ante los abusos del poder.
Pero el caso es que algunos “pluris” y otros que buscan el cargo en elecciones están sujetos a un proceso o gozan de un amparo para llevar su proceso en libertad. Es decir, están sujetos a un proceso penal.
Y aun así, hay partidos que los inscriben como su candidato de mayoría teniendo el proceso abierto.
No es el objetivo ahora de reseñar los casos de varios partidos y sus candidatos que están cayendo en este supuesto de protección constitucional, pero lo cierto es que se cuentan por decenas en vísperas de las elecciones próximas, lo que
ocasiona desaliento y escepticismo en el elector informado, pero también en los partidistas que han hecho méritos para estar en las listas.
Se supone que cada partido envía a competir a sus mejores, los que garanticen capacidad y servicio.