Ha sido impactante el azote del ciclón Otis en las costas de Guerrero en días pasados, pero también ha sido impactante la casi nula respuesta preventiva al peligro que implicaba el golpe ciclónico de más de 200 km por hora, concretamente sobre el puerto de Acapulco.
Quizá el término aplicable a una tibia o nula reacción defensiva y preventiva ante el peligro sea obnubilación, que significa “el estado de la persona que sufre una pérdida del entendimiento y de la capacidad de razonar o de darse cuenta con claridad de las cosas”.
Aunque este trastorno se deriva de los efectos de ciertos elementos químicos con afecciones hormonales o por infecciones que provoca insuficiencia cerebral, para el caso el término es equivalente por la observación masiva de ignorar el problema que estaba encima de la población y las construcciones de aquella ciudad.
En efecto, en el puerto todo se desarrollaba cotidianamente, uno de los mejores centros turísticos de América Latina: hoteles con ocupación al 50% promedio, reservaciones de turistas a punto del arribo, congresos y reuniones de profesionales, viajeros con boleto de avión o autobús a punto de abordar hacia allá la noche anterior al arribo del huracán, etc.
Y las autoridades y sus departamentos de la protección civil, tan campantes. Las fuerzas armadas, acuarteladas. La mayoría de los medios, sin dar la voz de alarma ante los pronósticos que difunde el Centro Nacional de Huracanes y tibiamente difundidos.
Se estaba reportando cada media hora avance del huracán y los peligros que conllevaba por lo furioso y rápido avance. Aquí es donde cabe el término de obnubilación colectiva.
Sería como cuando en un país en guerra se anunciara la inminente llegada de bombarderos… y las personas saliesen a pasear.
En lugar de prender luces rojas, hacer sonar las sirenas, movilizar al Ejército y Protección Civil declarar estado de emergencia máxima, movilizar a la población a refugios y exigir a personas en altamar regreso inmediato… privó la pasividad.
La Presidencia del país envió un “tuit” la tarde anterior al golpe del Otis… obnubilación en vivo.
Pasado el furioso meteoro, a improvisar zonas de resguardo y protección, comedores públicos, tardío arribo de auxilio y de las fuerzas armadas, rapiña imparable, rehabilitación de la electricidad, recolección de escombros… y a contar bien los muertos.
Algo extraño pasó en la mente de muchos mexicanos.