Y un chingo de cerveza”, reza la famosa canción que evoca a “un montón de sombrerudos tirando fiesta, hechos madre en la troca, peor que el Viejo Oeste” pero así es como les gusta en el Noreste caliente.
Conozco, he trabajado y vivido en Nuevo León.
Un día, su actual gobernador, Jaime Rodríguez “El Bronco”, fue a visitar mi oficina de Las Lomas de Chapultepec, en la Ciudad de México. Hablamos largo y tendido en el salón comedor; subió a visitar al equipo de producción, de Mexicartoons, encabezado por el genio Alvyn Cabuto, y luego bajó a grabar un capítulo en el que interactuó con “El Ronco“, su personaje animado en 3D; se tomó foto con la raza y se despidió muy efusivo.
Fue el único candidato presidencial que aceptó nuestra invitación, Margarita y Calderón fueron pasando la campaña presidencial e, incluso, fue ahí donde Felipe escribió y mandó su renuncia definitiva al PAN, pero esa... es otra historia, dijera la Nana Goya.
Meses después, el Bronco me recibió en el Palacio de Gobierno con muchas atenciones, me mostró su despacho, el edificio completo y hasta me regaló una botella de tequila de su propia marca. Ya antes me había invitado a su rancho donde echamos buen cotorreo.
El Bronco es un hombre realmente sencillo, jovial y un gran conversador. Lo considero de buenas intenciones, aunque en las encuestas hoy sus gobernados lo ponen en los últimos lugares, junto a Javier Corral, Silvano Aureoles y el gobernador de Quintana Roo, cuyo nombre ni siquiera tiene caso mencionar, pues, para efectos, resulta intrascendente.
Algo pasó con el Bronco, que llegó con grandes expectativas; que rompió varios paradigmas y dobló al sistema de partidos. Algo dejó de hacer o dejó de empezar a hacer.
Tal vez a sus votantes no les gustó que, apenas se sentó en la silla, no me refiero al cerro sino a la de gobernador, se levantó con ánimo de ser presidente creyendo que estaba enrachado.
Siempre he pensado que en política un mismo casillero sólo puede ser ocupado por un mismo político, y el de la disrupción ya lo había llenado Ya sabes quién, que si no, el Bronco hubiera estado que ni mandado a hacer. Cuestión de timing, tal vez.
No sé cuál vaya a ser su destino; lo que sí sé es que en 2021, también Nuevo León elige gobernador.
Nombres hay hasta de sobra, por Morena, la misma Tatiana Clouthier, con quien comí meses antes de la elección presidencial; por el PRI, el actual alcalde de Monterrey, que dos veces derrotó al PAN, una por las malas y la otra por las peores.
También se atisba la sombra de un aspirante modo milenial, por parte de Movimiento Ciudadano, aunque demostrado está que este partido sólo gana, o ganaba, mejor dicho, en Jalisco y una que otra cercana demarcación como Colima capital, bajo el imperium de Alfarus, el inefable Rey Naranja.
En cuanto al PAN, Nuevo León es uno de los tres estados donde hoy tiene posibilidades reales, si no de ganar, de competir, las cuales no debería desperdiciar en postulaciones aberrantes como la de Felipe Cantú, quien tiene el récord del candidato más perdedor del mundo mundial, desplazando incluso a la mismísima Josefina Vázquez Mota. Y eso ya es mucho decir..