Así le decían a Raúl Padilla, con una especie de reverencia y a la vez sumisión, la gran mayoría de quienes algo tenían que ver con él.
Lo cierto es que el ex rector de la Universidad de Guadalajara lo mismo era temido que respetado, aunque por algunos también, odiado.
Como toda persona de poder, Padilla fue un hombre de claroscuros; oscuro como su personaje, su fortuna y su poder; oscuro como el manejo de los recursos de la universidad que administraba como suya, pese a ser pública.
Oscura también su relación con los gobiernos de Jalisco, a los que solía doblar en las “vencidas”, como lo hizo con Emilio González, mientras que otros se dejaban ganar sin batallar; no así, el de Enrique Alfaro, con quien subsistieron diferencias y enconos históricos que se remontan a la lucha por el control de la UdeG entre Padilla y el padre del ahora gobernador.
Claros, también los tuvo y de sobra, reconocidos por tirios y troyanos dentro y fuera de México. Lo que tocaba Padilla no era oro pero brillaba, como la Feria Internacional del Libro, segunda a nivel mundial, superada solo por la de Fráncfort; el Festival Internacional de Cine de Guadalajara; una productora cinematográfica llamada DIPA, una extensa y prestigiosa y pública red de medios de comunicación; teatros, bibliotecas y centros de entretenimiento de clase mundial; espacios educativos de primera, al igual que su plantilla académica y toda su comunidad universitaria, con una gran capacidad de investigación, formación y desarrollo de conocimiento, así como su aplicación y aportación al bien común de Guadalajara, su zona metropolitana y todo Jalisco.
No recuerdo haberlo saludado en persona, seguramente coincidimos en los foros públicos cuando me dio por ser funcionario de varios gobiernos e instituciones; tal vez cuando fue diputado o en la misma FIL, sin embrago, lo tuve presente siempre, incluso cuando he vivido en otras ciudades o países. Jamás me fue indiferente y, aunque no gozaba de mi total simpatía, tampoco me caía mal.
Un día, cuando decidí crear Mexicartoons, la primera serie política animada en tercera dimensión digital a nivel mundial, se me ocurrió la idea de realizar un capítulo donde mis personajes “Los Residenciables”, Malcriadita Zavala, Ricardo Arraya, José Antonio Esmeade y López Sobradón, se apersonan en la FIL y son recibidos por “El Licenciado”, Raúl Patilla. En el aeropuerto, los recibe el gobernador Jalistóteles Sandoval, mientras que Enrique Alfardo, alcalde de Guadalajara, les choferea hasta la Expo Guadajalajara, donde, ya en el mundo real, no virtual y, gracias a las influencias de mi amigo Carlos Amaral, presenté la serie y repartí por todo el recinto a sus personajes, entre los que se coló el de Moreno Ovalle, el cual se topó con su clon del mundo real, Rafael Moreno Valle, que se quedara, al igual que Malcriadita, fuera de la contienda. “El Ronco”, la parodia de Jaime Rodríguez, llegó meses después.
En fin, lamentablemente, tres de los protagonistas reales de dicho capítulo han partido a otras dimensiones: Moreno Valle, Jorge Aristóteles y ahora Raúl Padilla, mientras que Enrique Alfaro nos metió semejante susto un día antes del deceso de “El Licenciado”.
Aquí la liga del capítulo:
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