Política

¿Qué debemos creer?

tal como les mencioné en el texto publicado anteriormente, el tema de la libertad de expresión y el que exista un periodismo con ética en épocas del neologismo conocido como “posverdad” (definido por la Real Academia de la Lengua Española como la “distorsión deliberada de una realidad que manipula creencias y emociones con el fin de influir en la opinión pública y en actitudes sociales”), son tópicos que nos atañe seguir estudiando por su importancia y alcance, pero sobre todo, por la influencia que tienen en el mundo que vivimos.

Lamentablemente, en el quehacer periodístico mundial el Estado ha demostrado poca preocupación en promover la libertad de expresión (una que realmente sea ajena a los intereses políticos o particulares), lo que ha llevado a que el o los productos que consumimos para mantenernos informados de lo que ocurre a nuestro alrededor, estén plagados de manipulaciones o ideas que van encaminadas a que forjemos una postura que rara vez ponga en tela de juicio el quehacer de quienes nos gobiernan o de quienes se encuentran vinculados a nuestros gobernantes.

Incluso Raúl Trejo Delarbre describe lo anterior en su post Ética y medios en el México de hoy, donde menciona que es justo la publicidad política la que define la existencia de una gran mayoría de diarios, situación que ha dado pie a una alianza mortal entre el Gobierno y la prensa, donde los más perjudicados somos las y los ciudadanos (como también mencioné en la publicación anterior).

Es por ello que cada vez más somos bombardeados por ‘fake news’, impulsadas por un periodismo sensacionalista, superficial y poco preciso, que muchas veces termina siendo propaganda política, contenido hiperpartidista o hasta publicidad esponsorizada que nos aleja de lo que realmente está pasando en nuestro entorno y que, sobre todo, altera nuestras creencias al antojo de unos cuantos.

Algo que es importante resaltar, es que, aunque la postverdad ya no es una responsabilidad completamente de los medios, como lo fue en el siglo XX, puesto que hoy por hoy muchas mentiras se distribuyen por internet, autores como Cebrián, Burguet Ardiaca, Mas de Xaxás y Mc Intyre, señalan al periodismo de ser arrastrado por la banalidad de los contenidos actuales.

Es por eso que el morbo y el amarillismo son dos recursos que han ganado importancia hoy en día, pero al mismo tiempo representan un arma de doble filo para el periodismo, puesto que este último ha recurrido a ellos para conseguir más lectores y ‘clics’ (en el caso de los periódicos digitales), pero su implementación pone en riesgo la credibilidad y reputación de los periodistas que incurren en estos elementos para generar contenido ‘informativo’ más atractivo.

En este fenómeno, mucho tiene que ver con que las personas prefieren la información que confirma sus actitudes preexistentes -lo que se conoce como exposición selectiva-, o sea: ven la información que vaya ad-hoc a sus creencias más persuasiva que la información disonante (sesgo de información).

Hasta aquí, mi pregunta es ¿sabemos lo que debemos creer? ¿lo tenemos claro? O ¿somos lo suficientemente persuadidos por las noticias y la información que consumimos día con día, que habremos terminado distorsionando la realidad al antojo de una agenda o interés particular?

Lo pongo sobre la mesa prometiendo continuar profundizando en un tema que me ha venido dando vueltas en la cabeza porque es importante escudriñar lo que creemos y la imagen que tenemos del mundo.

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Marcela Brown
  • Marcela Brown
Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de Notivox DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
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