Ser mujer no es fácil. Mucho menos lo es, en un país donde a diario asesinan a 10 y violentan sexualmente a más de 30 mil al día; no estamos seguras en nuestros hogares, ni en los espacios virtuales y mucho menos en las calles.
No es fácil porque además de eso, tenemos que soportar o hacer frente a toda la violencia física y psicológica de parte de conocidos y desconocidos. Seis de cada 10 de nosotras han sufrido algún tipo de violencia, la mayoría por parte de sus parejas o familiares.
A la par, también debemos enfrentar las brechas de desigualdad que existen en el país, la brecha salarial, la invisibilización del trabajo que realizamos en casa, nuestros viajes de cuidado y las actividades que realizamos en ese sentido, el ser cosificadas y acosadas, la lista es larga.
Todo eso lo tenemos que soportar mientras hacemos frente también a procesos internos originados por nuestros propios cuerpos, como la menstruación. Sin embargo, no todas contamos con los mismo privilegios para afrontar tantos y cada uno de los problemas que vivimos a diario e incluso, ni siquiera para atender algo tan natural como ese proceso, pues alrededor de 24.4 millones de nosotras se encuentra en situación de pobreza.
Y, a pesar de que las cifras no mienten y demuestran toda la violencia y dificultades que vivimos las mujeres en México, nuestros gobernantes no se cansan de ignorar nuestras exigencias para que las problemáticas que hoy nos vulneran sean atendidas.
Mencioné el tema de la menstruación porque precisamente se vincula a una exigencia actual ignorada por los diputados, quienes el pasado miércoles 21 de octubre rechazaron la eliminación del IVA a productos de higiene menstrual, acción que de haber sido aprobada, hubiera significado una medida para dignificar la menstruación de miles de mujeres que no tienen un fácil acceso a esos productos.
La iniciativa, que viene desde el movimiento “Menstruación Digna”, proponía reformar el artículo 2°-A de la Ley del Impuesto sobre el Valor Agregado (IVA) para considerar los productos de higiene menstrual dentro de la llamada “tasa cero”, ya que miles de mujeres no pueden acceder a ellos debido a las desigualdades por las que atraviesan.
Sin embargo, los diputados prefirieron seguir beneficiando a unos cuantos, argumentando que no querían perder los cerca de 3 mil millones y medio de pesos que se fiscalizan en torno a ese tema, en lugar de trabajar por eliminar una de las tantas discriminaciones que vivimos las mujeres.
Tal vez muchos de los que me estén leyendo no logren ver la dimensión del problema; pero antes de concluir este texto, me gustaría mencionar algunos datos sobre por qué es importante que se logre eliminar ese impuesto para que más niñas, jóvenes y mujeres logren acceder a esos productos.
El gasto anual por comprar artículos de higiene menstrual equivale al 8% del ingreso total mensual de una familia en situación de pobreza, conformada en promedio por al menos dos personas que menstrúan. Y faltaría hablar de todas las otras carencias, como la falta de agua, que obligan a muchas mujeres a tener que recurrir al uso de toallas y tampones.
Por eso exigimos que esta, al igual que muchas otras de nuestras exigencias, sea escuchada.