Lo que se está viviendo en los mercados financieros alrededor del mundo nos dice que aún existe mucha incertidumbre sobre el futuro que tendrá la economía global en los próximos años.
En las recientes proyecciones económicas del Fondo Monetario Internacional se ve cómo tendremos que enfrentar un 2023 con mucho menor crecimiento que el año actual, con honrosas excepciones en países como China e India. Los factores que explican esta desaceleración tienen origen distinto: por un lado, me parece que el más importante es que a ciencia cierta nadie sabe cuándo empezará a ceder la inflación y, como consecuencia de ello, se dificulta pronosticar hasta qué nivel tendrán que subir los bancos centrales las tasas de interés; dicho de otra forma, hasta dónde piensan apretar la política monetaria.
Otro factor que causa mucho temor es que no se le ve fin a la invasión de Rusia a Ucrania, que además de alimentar la inflación encareciendo el precio de los energéticos —principalmente del gas natural—, en lo geopolítico no se puede descartar que la guerra, hasta hoy convencional, se convierta en un conflicto a resolverse con armamento nuclear. Este escenario, que nadie desea, parece que tiene pocas probabilidades de ocurrir, pero no es imposible que suceda; nadie sabe hasta dónde está Putin dispuesto a llegar, pero Estados Unidos parece estar dispuesto a empujarlo a sus límites, lo cual es peligrosísimo.
Otro frente que sigue abierto en dos temas es la relación de China con EU: el futuro de Taiwán y la disputa por el liderazgo en la tecnología mundial. Sobre Taiwán, lo que ha dicho China es que hará todo lo posible para que, con el tiempo y en forma pacífica, la isla se incorpore a China Continental, pero que no renuncia al uso de la fuerza si esto fuera necesario. En relación a la parte de tecnología, EU ya empezó a disparar iniciativas que limitan la capacidad tecnológica de los chinos, tal como no venderles chips sofisticados que puedan tener utilidad en la fabricación de armas, etc. Sin querer ampliar la agenda de problemas, está pendiente el tema de Irán y la construcción de armas nucleares.
Lo anterior hace difícil proyectar en el corto plazo el derrotero de los mercados financieros; sabemos que las tasas de aquí a fin de año seguirán yendo hacia arriba y que la inflación empezará a ceder, pero lo hará poco a poco. También se acepta que en EU cabe la posibilidad de que se presente una recesión ligera en los próximos meses; sin embargo, lo que no se siente, por lo menos hasta ahora, es una perspectiva fatalista que lleve a la primera economía del mundo a una recesión severa.
Para Europa la perspectiva es aún más difícil por todos los problemas que les está ocasionando el conflicto Rusia-Ucrania, amén de alguna inestabilidad política en países como Italia, hoy gobernado por la ultraderecha, o Gran Bretaña, con una crisis de identidad del partido en el poder que provocó la salida de la primera ministra apenas 30 días después de tomar posesión.
Por lo anterior, es importante actuar con cautela en los mercados, la visibilidad todavía está comprometida.
Manuel Somoza