Ayer salió la inflación de la primera quincena de febrero en México, y el resultado fue sorpresivamente muy bueno, ya que el crecimiento fue negativo en 0.10%, lo cual trajo como consecuencia que la inflación anual bajara de 4.87 a 4.45%; con lo anterior crecen las posibilidades de que el Banco de México baje la tasa de interés de referencia del 11.25% actual a 11%.
Ayer también salió la versión oficial del PIB nacional en 2023; ya teníamos un previo que nos decía que habíamos crecido 3.1%, y en la revisión se subió a 3.2%, lo que es bueno, aunque demuestra que el último trimestre no lo fue tanto y por eso no alcanzamos el 3.5% que casi todos los analistas esperaban.
Los datos adelantados de este año muestran que el crecimiento podrá andar sobre 2.5%, pero creo que si el tema del nearshoring se maneja bien, el crecimiento puede ser mejor.
A lo que me refiero con el nearshoring es que es importante que el gobierno tenga una estrategia clara y creíble de las inversiones en materia de infraestructura que debe realizar, amén de generar políticas públicas para hacer más fácil y con menor burocracia el otorgamiento de permisos. Las dificultades administrativas que los inversionistas extranjeros tienen que sufrir para establecerse en nuestro país, además de ser muy caras, los procedimientos son tortuosamente lentos y eso también cuesta dinero.
Además de facilitar la permisología, es importante empezar a invertir en la creación de electricidad y de agua, sin lo cual nadie en su sano juicio vendrá a establecerse en el país, y ni qué decir de la necesidad de garantizar seguridad a todos los inversionistas.
La perspectiva este año es razonablemente buena, ya que el entorno macro nos debe ayudar con una tendencia de inflación decreciente y una respuesta de la tasa de interés hacia la baja, misma que hoy resulta muy alta y de alguna manera afecta nuestra economía.
Si bien la tasa de interés en México no es tan influyente como en EU, el hecho de estar —en términos reales— en 6 puntos parece no solo inadecuado, sino innecesario. Además, la economía seguro se beneficiará por un gasto público que ya se ha anunciado y que rebasa por mucho, como porcentaje, lo gastado en años anteriores; esto por sí solo debe generar un crecimiento para la economía que puede ser importante, pero así mismo traerá aparejada una presión sobre las finanzas públicas que no se juzga muy conveniente. En resumen, la perspectiva es buena, ya que las otras variables macroeconómicas permanecen muy sanas, como las exportaciones.
El aumento del déficit fiscal se hará más llevadero si se logra el crecimiento, pues este último traerá consigo una recaudación mayor; sin embargo, si por cualquier causa no se da, tampoco se darán los ingresos, y eso será motivo de preocupación.
Ojalá la inflación que vimos en la primera quincena de febrero se consolide y podamos reducir los precios si no a 3%, que es la meta de Banxico, a una cifra cercana.