Hace poco recibí una llamada de un gran amigo de la universidad, nuestro reencuentro había generado ciertas promesas de cuarentena, de esas que al ver la situación actual deben cumplirse a menos que sea demasiado tarde. Y cuando pasa, uno debe apresurar las cosas y no olvidarse de lo más importante que tiene el hombre en la vida: su palabra. Así fue como me atreví a hacer mi primer viaje en carretera rumbo a Monterrey después de más de 15 años, después de haber regresado del extranjero y, sobre todo, en medio de la pandemia.
El viaje fue planeado con la única intención de volver a ver a los que amamos: ¿Cuánto es lo máximo que dejaste de ver a un ser querido? Este primer año de cuarentena me dejó con muchos vacíos, no solo por esos sentimientos encontrados por gente que se hizo eterna y que no volveré a ver, sino con esos otros que viven en otro estado y que no pude ver antes.
Lo único que quería era volver a abrazarlos; por más de 10 años me imaginé ese momento, esa imagen dio vueltas en mi cabeza en muchos sueños y ahora era el momento… a pesar de las circunstancias. Así que tomé mi tapabocas, alcohol en gel, mi libreta, mi maleta y un chocolate para endulzar el camino y emprendí un viaje que sin duda marcó mi vida y del que no me arrepiento. Nos fuimos a las 6:00 de la mañana y llegamos después de muchas canciones esa noche, descansamos y nos levantamos temprano para aprovechar el día. Cuando tocó el turno de que mi prima Amairani me llevara hasta el lugar donde estaban mi primo Alfonso, Penny, Alondra y Ailín se paró el tiempo y de pronto me metí en aquel sueño que tuve años atrás: Ese que nunca olvidé. Cuando regresé recuerdo que mi madre me preguntó qué hice durante ese fin de semana y yo solo le contesté: “Estar juntos”.
Fui a Monterrey a abrazar a la familia y traerme la nostalgia. Fuimos a sonreír con cada recuerdo juntos, con cada detalle y anécdota de los que ya no están con nosotros. Fui a tomarme un vaso con agua de piña junto a mi esposo en el garaje de mi primo y a deleitarme con su manera de contarme los recuerdos que guardaba de mi padre. Fui a ver a la familia ahora porque no sé qué pasará mañana y a veces uno tiene que arriesgarse, aunque yo creo que estando en familia es al contrario y uno siempre gana. _
