Si de algo estoy orgullosa es de mis alumnos, de sus avances y su forma de observar el mundo, es por eso que hoy los dejo con las letras de Lucero Fraustro, una talentosa promesa de la escritura quien nos narra acerca del poder del arte en la vida.
“El arte -en todas sus posibles presentaciones- es una ventana abierta a la idea más precisa e íntima de uno mismo. Por supuesto, es opcional mirar hacia adentro y abrazar aquello en que nos hemos convertido con el paso del tiempo. No todos nos atrevemos. Y, ciertamente, resulta abrumador como una melodía, una película o la prosa de un escritor puede tocarnos el alma y parar el mundo que creíamos tan tranquilo a nuestro alrededor.
¿Por qué prestaríamos la más mínima atención a algo que amenace con lastimarnos o hacernos sentir otra cosa que no sea simple y cómoda felicidad? Dentro de esta pregunta la sociedad tiende a confundir el concepto de arte con el de entretenimiento. La diferencia entre ambas es que el entretenimiento es un producto con un fin en específico. Por definición, nos debe algo desde un principio. En cambio, el arte no nos debe nada. Más bien nos exige, como artista y espectador, la total vulnerabilidad de la mente y los sentidos. Así, sabemos que estamos tratando con algo que va más allá de lo bello y terrenal.
Pedro Lemebel, escritor chileno, dijo en una entrevista “Todo el pasado me hace dudar pues niño, no sé si lo soñé o lo viví.” Aunque él hablaba del trauma durante la infancia, esta frase puede abarcar cualquier evento difícil a lo largo de la vida. A su manera, cada uno olvida, reprime y amordaza el dolor en su mente y corazón. Pero la apreciación de una sola pieza de arte podría ayudarnos a sanar desde la raíz.
Como sociedad, deberíamos apostar por algo más que solo entretenimiento. Incluso, por más que una vida llena de felicidad artificial. Hay que perder el miedo a sentir de verdad. Atrevernos a llorar de alegría y a reír en medio de la miseria. Y aceptar que, después de tocar fondo, toca dejar ir. La resiliencia obtenida es un logro incalculable. Nos recuerda que el ser humano puede ser igualmente bello como desagradable. Y es, a través de esa misma dualidad, que solo el arte es capaz de acercarnos a ese grado de elevación e integridad”.