solo pude dormir dos horas. Me quedé despierta toda la noche debido a la adrenalina y la ansiedad de por fin tener esta oportunidad de presentar mi examen para certificarme en la especialidad de Literatura.
Cuatro sinodales, una presentación donde detallé el trabajo de más de dos años con mis alumnos en México y Argentina; proyectos creativos, técnicas literarias, cómics y mangas basados en obras literarias clásicas y contemporáneas, y preguntas acerca de mi secuencia didáctica me hicieron sonreír y confirmar cuánto amo dedicarme a la docencia.
Antes y después de mi ponencia vinieron a mi cabeza miles de historias, de sueños licuados, de recuerdos, de becas ganadas, de consejos de mi padre y, de mi mentor, el escritor Alberto Laiseca. ¿Quién lo iba a decir? La niña tímida, con dislexia, la que no hablaba con nadie, la que era un verdadero desastre en matemáticas por fin encontró su lugar en el mundo… su pasión.
Ahora más que nunca estoy segura de por qué la vida me puso justo aquí por algo, pues alguna vez estuve en el lugar de mis alumnos, esos que así como yo –en aquel momento- tienen miedo a fracasar porque no saben qué estudiar. Hoy tengo el compromiso de aconsejarlos y contarles mi historia.
Actualmente me dedico a ser feliz haciendo lo que amo, a mis alumnos, a mis amigos, a mi familia y a mis perros. Y en esta construcción de imágenes se cierra un círculo perfecto, ese espacio del que no me quiero mover jamás porque es el que le ha dado sentido a mi vida, a esa misión que tengo.
Retomé por fin la maestría y actualmente estoy compitiendo en el Mundial de Escritura con sede en Argentina. Dirijo mi propio Taller de Escritura como siempre quise, con alumnos de México, Argentina, Uruguay y España. ¡Me siento muy motivada! Ahora más que nunca recuerdo aquella frase de Alejandro de Barbieri: “Permiso para estar aquí y ahora. Permiso para entregarte a la vida y aceptar lo que nos depara”.
Faltan dos días para que sea el aniversario luctuoso de mi padre. Su imagen viene a mi mente. Nunca lo volví a ver después de que me fui a vivir a Argentina pues murió antes de mi regreso; realmente espero que, donde quiera que se encuentre, hoy esté feliz también al darse cuenta que cumplí con otro reto.
Uno más. El más importante de mi vida: acompañar a las nuevas generaciones. _