1.En La llama inmortal de Stephen Crane (Seix Barral, 2021) fui a las páginas en que Paul Auster aborda la amistad de Crane y Joseph Conrad, una amistad que de parte de Conrad sólo respingaba en un asunto: la negación por todas partes de la influencia de Crane en su obra. Auster cita una posdata de Conrad en una carta a Crane. Acababa de publicarse El negro del “Narcissus” y un tal W. L. Courtney escribió un artículo en el Daily Telegraph donde decía que la novela de Conrad iba detrás de la novela de Crane La roja insignia del valor. Un episodio de la guerra civil americana: “Conrad hace por la vía marítima y con marineros lo que su predecesor ha hecho con la guerra y los soldados”. Conrad le escribió vivamente a Crane: el asno de Courtney de ningún modo tenía razón al decir que lo imitaba.
2. Vi esto de Courtney años antes. En Romance negro y otras historias (1992) hay un relato de Rubem Fonseca: “Llamas en las tinieblas. Fragmentos del diario secreto de Teodor Konrad Nalecz Korzeniowski”. Fonseca aventura en ficción lo que pudo ocurrir en la mente de Conrad. El diario empieza el 5 de agosto de 1900; Conrad se ha enterado de la muerte de Stephen Crane y dice que una felicidad repentina lo invadió el resto del día. Confiesa que hace cinco años había leído La roja insignia del valor y que “ahí estaba todo lo que me interesaba: el fracaso, el miedo, la soledad, el disgusto, la corrupción, la cobardía, el horror. El horror”. El diario termina muchos años después, un 2 de julio; Conrad ya es el mayor novelista de lengua inglesa, está enfermo y a un mes de morir en agosto de 1924. “Pienso mucho en Crane. Escribo nuevamente su nombre: Crane”. Luego dice que se levantará de la cama y sin ser visto echará al hogar ese diario, “para que las llamas destruyan todas las referencias que hice de su nombre”.
Distingo entonces dos versiones: una, la biográfica de Auster y varios más en que se apoya; otra, la imaginativa, la inquietante, la de Fonseca y el secreto de Joseph Conrad.