Dicen saber, quienes “contra viento y marea” dicen que saben, la verdad sobre las causas, razones, justificaciones, pretextos y asegunes, acerca de: Las distintas responsabilidades derivadas del trágico suceso de Acapulco; El conflicto de Medio Oriente; La guerra Rusia-Ucrania; Las Guerras Mundiales; La de Vietnam, las de Irak, de los Balcanes; de Siria, de Afganistán y así en un interminable etcétera de desacuerdos humanos, en los que podríamos incluir muchos otros de menor importancia y consecuencias, pero que en todos los casos revelan una posición antagónica tanto de los analistas y defensores “del hecho”, como de los directamente involucrados, que puede reducirse a un simple: “Yo tengo la verdad y tu no”.
Esta histórica y recurrente pretensión de poseer “la verdad”, ha generado quizás más sufrimiento, dolor y muerte, que todas las pandemias que hayamos enfrentado desde que aparecimos como especie dizque “sapiens”, incluidas aquí, las feroces y sangrientas guerras entre religiones que paradójicamente ostentaban como principios y postulados la justicia y el amor.
Y es que “la verdad” es una idea de lo más escurridizo, y con esto no me refiero a ese engendro que hoy llaman “post-verdad”, que no es sino una interpretación distorsionada de los hechos con un propósito perverso de engaño y manipulación, bajo la simplista conclusión falaz de que “todo es relativo”, en cuya trampa caen fácilmente quienes no saben o no quieren razonar y cuestionar lo que ven y escuchan.
El tema de “la verdad” no es fácil ni tampoco nuevo, filósofos como Platón y Aristóteles ya se lo cuestionaban tres siglos antes de Cristo y seguramente muchos otros antes y después de ellos.
Por alguna razón los humanos tendemos a pensar en términos “absolutos” tales como: Un solo Dios, Una sola realidad y una sola verdad, nos es difícil comprender los términos medios sobre todo cuando nuestras creencias están más relacionadas con las emociones que con la razón.
Tal vez por eso es tan difícil dialogar, con quien descalifica todo lo que no “encaje” con el prefabricado formato de sus creencias.