Entre las variopintas calamidades propias de ésta época que nos ha tocado vivir, hay una particularmente dañina porque nos genera estrés, ansiedad y angustia, condiciones que además de ser contagiosas, es sabido que en nada favorecen a nuestro sistema inmunológico.
Me refiero a esa incómoda sensación que llamamos “prisa”, que a veces nos invade sin darnos cuenta y que si no controlamos poco a poco se va apoderando de nuestra vida, haciéndonos correr de un lado para otro sin tener claro que es lo que en realidad queremos o buscamos.
Si tuviéramos que elaborar una simple fórmula para medir la prisa, bastaría con dividir el tiempo de que disponemos entre el número de pendientes por realizar, siendo que entre más pequeño fuera el resultado, mayor sería nuestra prisa.
Pero la vida no es una ecuación como algunos quisieran verla, sino un misterio para vivirlo y cada quien descifrarlo hasta donde le sea posible.
Con mucha frecuencia olvidamos que el tiempo total de vida de que disponemos es limitado, pero de vez en cuando alguna amenaza (tal como ahora el covid 19) nos hace tomar conciencia de ello y entonces tendemos a revalorar el tiempo y a priorizar los pendientes.
Es aquí donde la inteligencia emocional juega un papel importante, el orden y la importancia de las cosas ya no es el mismo y es preciso reinventarse.
La vida es un veloz encadenamiento de diferentes momentos, los momentos pasados son inasibles y están ya fuera de nuestro alcance y los futuros existen solo en la especulación de nuestra mente.
Solo el momento presente existe, es fugaz e inatrapable y la única forma de entenderlo es estar consciente de él.
Consciente de que es fruto del pasado y semilla del futuro. Consciente del aquí y el ahora. Consciente de estar vivo.
Si, la vida está hecha de momentos, fugaces, inatrapables. Tal vez por eso las fotos son tan populares, tal vez por eso negociando con el demonio, el doctor Fausto le pignoraba su alma retándolo a sumirlo en un placer que lo hiciera decir:
“Si un día le digo al fugaz momento detente: ¡Eres tan bello!, puedes entonces cargarme de cadenas”
