Hay rasgos del comportamiento humano antaño identificados por estudiosos de otras épocas, que no obstante las modas o el progreso tecnológico, no cambian, solo cambian de nombre o apariencia, pero siguen siendo parte de nuestra esencia de animales “inteligentes”, donde paradójicamente a veces esa inteligencia nos complica la vida.
Tal es la “Pirámide de Maslow”, donde en 1943 el psicólogo norteamericano, propone el orden de cinco principales necesidades humanas físicas y emocionales y cómo surgen nuevas conforme satisfacemos las básicas.
Pirámide donde Maslow coloca en la base las necesidades fisiológicas (1), ascendiendo luego a las de seguridad (2), en la parte media las de pertenencia a un grupo(3), para enseguida colocar las de reconocimiento y aceptación (4) y finalmente en la cúspide de la pirámide aquellas necesidades de realización personal (5).
Esta jerarquización de nuestros anhelares de algún modo “retrata” la historia personal de cada uno de nosotros sobre La Tierra, donde los desafíos, triunfos, fracasos, esfuerzos, sacrificios, renuncias y logros grandes y pequeños de todos, se suman para convertirse en eso que llamamos “progreso”, algo que gracias a la inteligencia nos ha valido sobrevivir y prosperar como una especie hegemónica, en un mundo en muchas ocasiones hostil para todos los seres vivos.
Pero si bien en lo personal puede considerarse un deber el cumplir con los dones y talentos físicos e intelectuales con los que nacimos, a veces esta idea se deforma y se percibe como una obligación, entonces; el ser mejor que…, tener más que…, ser el número uno…, llegar primero que…, etc. puede convertirse en una obsesión, una razón única de existir producto quizá de la propia auto-exigencia o peor aún, de una autoimagen “programada” por las expectativas que otros tienen de nosotros, lo que es como una prisión donde somos los prisioneros, obligados a “cumplir” con esas expectativas propias o ajenas.
Quizá valga la pena recordar que la vida es solo una y muy corta, pero también es muy ancha y podemos vivirla sin un solo y único afán de cumplir.