es indudable que la llegada de la pandemia del covid-19 provocó cambios dramáticos en nuestra vida diaria, y que desafortunadamente para muchas personas, esto ha tenido consecuencias trágicas.
También, como en todas las crisis, estamos siendo testigos de cómo aflora lo mejor y lo peor de los seres humanos.
Vemos cómo hay personas indolentes e irresponsables, que no solo ponen en riesgo sus vidas, sino la de todos los demás, con actitudes de rechazo y rebeldía a reconocer lo grave de la situación que estamos viviendo.
El cuestionar la existencia misma del virus, el no acatar la obligatoriedad de usar un cubrebocas, o el respetar medidas tan simples como el lavarse las manos constantemente y guardar una sana distancia, da cuenta del individualismo y egoísmo exacerbado ante esta compleja situación.
En medio de toda esta terrible circunstancia, también encontramos seres humanos de una calidad excepcional, que con una entrega, entereza, muchísimo valor y solidaridad, diariamente enfrentan retos que para muchos pasan desapercibidos, por esa falta de visión y por no pensar en los demás antes que en nosotros mismos.
Hablo de todas las personas del sector salud, en hospitales y clínicas, tanto públicos como privados, que a diario enfrentan condiciones literalmente de guerra, en trincheras muchas veces improvisadas, y con grandes carencias de equipo y suministros.
Médicos, enfermeras, camilleros, afanadoras, personal administrativo, que diario lidia con batallas inimaginables, por todas las consecuencias inherentes a una epidemia altamente letal.
Jornadas de trabajo interminables, agotadoras, que terminan con lo frustrante de enfrentar luchas estériles, al ver que por más esfuerzo que se hace, no hay forma de salvar la vida de muchos pacientes; el impacto emocional de repetir esto día tras día, semana tras semana, y ver que en lugar de avanzar se crece en número de contagios y de saturación de espacios en los hospitales, está mermando la salud emocional y física de estos valientes seres humanos.
Vaya un gran reconocimiento a todos y cada uno de ellos, nuestros héroes anónimos en todo México, que están dando lo mejor de sí mismos, por todos los que necesitamos de sus servicios y atención cálida y humana. Estamos convencidos de que su esfuerzo no será en vano y que tendrá grandes recompensas, las que son del alma y para siempre. _