Por si el tema de la discusión sobre el aeropuerto en Texcoco (en donde no debiera existir discusión alguna) la viabilidad del tren maya, la cancelación de la reforma educativa, la inseguridad galopante a lo largo y ancho del país, la amenaza de pérdida de calificación financiera por el tema energético, no fueran suficientes elementos de incertidumbre, ahora tenemos que agregar un tema muy delicado como lo es la caravana migrante desde Centroamérica, que ya transita en territorio nacional y que es de esos problemas que no permiten pensar en que exista una solución satisfactoria para todos.
En función de todas las implicaciones internacionales, nacionales, locales, legales, humanitarias, migratorias, logísticas, de salud, de infraestructura para atender a los migrantes, y también económicas, la encrucijada en la que el gobierno está inmerso es enorme.
Las reacciones de la sociedad ante esta avalancha humana de más de 5 mil personas, son polarizantes: desde las muy humanas es donde se exige apoyar a estas personas como víctimas en desgracia; hasta las xenofóbicas, que claman por que se apliquen las leyes migratorias y se repatrien a quienes ingresen sin documentos; y las radicales, que se quejan de que no existen suficientes oportunidades de empleo para los mexicanos, ¿entonces por qué habría que ofrecer empleos a migrantes ilegales?
En fin, todo un cocktail de controversia que genera encono y mayor incertidumbre; un gobierno en transición, que para quien termina tiene un enfoque, y para el que inicia otro que no necesariamente comparten.
Para enrarecer más el ambiente, esta situación está sirviendo como gran tema al actual presidente de los Estados Unidos, para continuar con su retórica de confrontación y amenazas, buscando mejores resultados en las elecciones intermedias de Estados Unidos para el proximo 6 de noviembre.
El caso es que estamos viviendo un cierre de sexenio convulsionado, difícil, muy diferente a lo que vimos en las pasadas elecciones de julio, que transitaron con mucha participación ciudadana y grandes anhelos por parte de la sociedad mexicana.
Lo que fue una fiesta democrática, empieza a transformarse en la resaca del día siguiente de los excesos.
Faltan 38 dias para que inicie la nueva administración, y el cúmulo de asuntos por resolver pareciera crecer desmesuradamente día tras día.
Esperemos que los nuevos funcionarios estén a la altura de los retos que ya hay que enfrentar.
Hoy más que nunca vamos a requerir contar con instituciones sólidas y eficientes.
