Política

Vivir para leer

Se me metió una idea monumental en la cabeza: leer a todos los escritores que han obtenido el premio Nobel de Literatura. Sé que es una labor que me llevará la vida entera —y ya he leído el trabajo de muchos de ellos— pero bien vale la pena. A la par de esas extraordinarias lecturas también leo a Borges, Joyce, Kafka, Woolf, Cortázar, Rulfo, Twain, ellos jamás obtuvieron el galardón, pero cuando entras en sus letras no sales ileso. La literatura fue la cuarta área que Alfred Nobel mencionó en su testamento dejando por sentado que quería premiar un trabajo excepcional: “One part to the person who shall have produced in the field of literature the most outstanding work in an ideal direction”. Y justo por eso quiero leerlos a todos.

El primer Nobel de Literatura se entregó en 1901 a Sully Prudhomme por su composición poética, perfección artística y su mezcla de intelecto y corazón. ¡Qué fortuna cuando la mente y el corazón producen esos tesoros! Desde 1901 y hasta 2024 el Nobel de Literatura ha galardonado a 120 escritores. Permaneció desierto en 1918 y de 1940 a 1943. En 1974 se otorgó a dos escritores: Eyvind Johnson (“arte narrativo al servicio de la libertad”) y Harry Martinson (“sus textos que reflejan el cosmos en una gota de rocío”). De esas 120 plumas solo han sido laureadas 18 mujeres, entre ellas, Gabriela Mistral, Wislawa Szymborska, Elfriede Jelinek, Doris Lessing, Svetlana Alexievich, Olga Tokarczuk, Annie Ernaux y Han Kang. Para ponerles un ejemplo de mi misión y gozo lector, cuando supe que el Nobel de 2024 se le había otorgado a Han Kang, enmudecí: jamás había escuchado nombrar a la coreana. Inicié con La vegetariana y de inmediato leí Imposible decir adiós y Actos humanos. Me sorprendió su prosa poética, la manera en la que expone los traumas históricos de su país y la fragilidad de la vida: “Éramos seres humanos hechos de cristal de verdad”. Sentí que sus novelas de dictadura habían sido escritas para mí y que era un deber leerlas y abrigarlas en mi archivero emocional. Es importante recalcar la labor de los traductores ya que sin ellos sería imposible aproximarnos a lenguas desconocidas —una palabra en otro idioma puede expresar un concepto que no conocíamos o tal vez precisamos de muchas palabras para describirlo—.

¿Por qué quiero leerlo todo? La vida es demasiado corta para no pensar en cabezas de terceros, sentir en otros corazones, calzar zapatos ajenos, recorrer el mundo sin dejar mi sillón favorito. La vida es demasiado corta para no aprender de otros escritores que se han roto la espalda intentando poner palabras que hagan sentido y conmuevan a un lector dispuesto. Con ese ánimo, tampoco dejo a un lado las plumas de tremendos escritores y amigos que me asombran con su trabajo, escucho las recomendaciones de los libreros y me dejo maravillar por ellas. Y como escribiría Daniel Pennac en su libro Como una novela, el tiempo para leer es tiempo robado al deber de vivir. De cierta manera, quiero vivir para leer.


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Ligia Urroz
  • Ligia Urroz
  • Nicaragüense-mexicana de naturaleza volcánica. Transita entre la escritura, la música y el vino. Sommelier de vida. Publica su columna Desde el volcán los viernes cada 15 días en la sección M2.
Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de Notivox DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
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