Política

El poder de la música

La música clásica es en realidad un periodo en la historia musical —el clasicismo— comprendido entre 1750 y 1820 donde se establecieron una serie de normas de composición y de estructura: sinfonías, sonatas, cuartetos y conciertos. Aparece el piano y se deja de utilizar el clavicordio. Sus principales exponentes fueron Mozart, Haydn y Beethoven. El término se ha generalizado para hablar de música de tradición culta donde se escribe y reproduce de manera rigurosa: se crea una narrativa a partir de temas, motivos y exposiciones. Por lo general es interpretada por una orquesta sinfónica o una filarmónica. 

La orquesta sinfónica que conocemos en la actualidad —ha tenido transformaciones importantes— está agrupada por familias de instrumentos: cuerdas, viento y percusión. Es un arcoíris que de izquierda a derecha dispone a los violines (primeros y segundos), violas, violonchelos y contrabajos. Detrás del arco de cuerdas se acomodan los instrumentos de viento de madera —flautas, oboes, corno inglés, clarinetes, fagot— y los instrumentos de viento de metal —trompas, trompetas, trombones y tuba— y, detrás de ellos, las percusiones. Estas varían de acuerdo al tipo de obra: timbales, caja, bombo, tambor, xilófono, platillos. En la década de los 90 tuvo un auge el pop orquestal: música popular arreglada e interpretada por una orquesta sinfónica. A partir de entonces muchas han sido las variaciones y mezclas entre la música “culta” y la “popular”.

El gran Gustavo Dudamel —director de la Filarmónica de Los Ángeles— participó este año en el Festival de Coachella. Marcó un hito ya que fue la primera vez que en el festival una orquesta tuvo un set propio. Se presentó en el Outdoor Theatre los dos fines de semana del festival. Dudamel es conocido por innovar en su programación y por su entrega a la educación musical. Busca conectar audiencias y comunidades diversas para demostrar el inmenso poder de la música: invitó a los argentinos Paco y Ca7riel y lograron una genial interpretación de “Dumbai” y “La que puede, puede”. También tuvo a Becky G y a LL Cool J, entre otros.  

Alondra de la Parra grabó dos discos de canciones populares: Mi alma mexicana, donde dirige piezas como el “Huapango” de Moncayo, “Sobre las olas” de Juventino Rosas y el “Danzón No. 2” de Márquez, y Travieso carmesí, disco con canciones de Agustín Lara, María Grever y José Alfredo Jiménez. La acompañan las voces de Natalia Lafourcade, Ely Guerra y Denise G.M.

Los Ángeles Azules presentaron sus icónicas canciones con la Orquesta de Xalapa: no hubo ni un espectador que no se levantara de sus asientos para bailar al ritmo de las cuerdas y los metales.

No puedo negar que soy melómana y me conmuevo profundamente al escuchar las composiciones de los grandes maestros interpretadas por magnos directores como Bernstein, Von Karajan, Dudamel y Baremboim. Pero he de confesar que también gozo al cantar a Cerati sinfónico, a Juan Gabriel en Bellas Artes, y soltar el listón de mi pelo filarmónico.


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Ligia Urroz
  • Ligia Urroz
  • Nicaragüense-mexicana de naturaleza volcánica. Transita entre la escritura, la música y el vino. Sommelier de vida. Publica su columna Desde el volcán los viernes cada 15 días en la sección M2.
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