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Trump se dispara en el pie con Harvard

Donald Trump parece tener un tema personal contra Harvard. Aunque algunas de sus críticas tienen fundamento, las medidas que ha tomado contra la universidad más prestigiosa de Estados Unidos resultan excesivas, casi vengativas. Da la impresión de que su objetivo no es corregir errores, sino destruir. Lo más preocupante es que el daño que está generando va más allá de solo una institución académica, se extiende a todo su país.

Trump acusa a Harvard de antisemitismo y de carecer de diversidad ideológica. Tiene algo de razón. La propia universidad ha admitido fallas. Dos comités creados por su rector, uno para investigar el antisemitismo y otro para revisar casos de islamofobia, encontraron evidencia de sesgos. En cuanto al pluralismo ideológico, también existen elementos reveladores. En los últimos años, Harvard se ha inclinado más hacia la izquierda. Cerca de 90% de las donaciones políticas de los profesores se han ido al Partido Demócrata, mientras que solo 2% de sus docentes se identifican como conservadores. 

Sin embargo, la respuesta de Trump ha sido desproporcionada. Ordenó congelar 2 mil millones de dólares en fondos para la investigación, amenazó con retirarle su estatus fiscal que le exime de pagar impuestos y la semana pasada prohibió la inscripción de estudiantes extranjeros. Para detener su embestida, exigió tener injerencia sobre a quién contrata, a quién admite y qué enseña la universidad. Harvard, con razón, se negó y demandó a su administración. 

Las consecuencias de esta ofensiva pueden ser devastadoras. La restricción a estudiantes internacionales es grave. Más de una cuarta parte de los alumnos de Harvard vienen del extranjero y la proporción es mucho mayor en posgrados. Estos alumnos no solo aportan diversidad intelectual y enriquecen el debate académico, también aportan valiosos recursos económicos. 

Más importante aún: muchos de ellos se quedan en EU tras graduarse y se convierten en emprendedores, empresarios y científicos. Más de 50% de las startups estadunidenses valoradas en más de mil millones de dólares fueron fundadas por inmigrantes, así como dos tercios de las principales empresas de inteligencia artificial. El mismísimo Elon Musk llegó a EU como estudiante internacional.

Lo que Trump parece no apreciar es que destruir a Harvard es destruir una de las principales fuentes de innovación y liderazgo de su país. Al cortarle fondos, limita su capacidad de producir avances científicos. Al cerrarle las puertas a estudiantes extranjeros debilita uno de los motores más potentes de la economía del conocimiento.

Peor es el mensaje que manda al mundo: que EU ya no está interesado en atraer las mentes más brillantes. En plena competencia con China, no es momento de cerrarse al talento extranjero y la independencia académica. Harvard está lejos de ser perfecta y requiere hacer cambios, pero los remedios que propone Trump son mucho peor que la enfermedad.


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Julio Serrano Espinosa
  • Julio Serrano Espinosa
  • [email protected]
  • Presidente del Centro de Estudios Espinosa Yglesias
Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de Notivox DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
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