Al momento de redactar esta columna (12:00 horas) de hoy viernes 10 de enero, compruebo que la cultura en Torreón sigue siendo menospreciada por las autoridades municipales.
El alcalde Román Alberto Cepeda González está en el cargo desde el primer día de este año, y no ha sido para ratificar a Antonio Edmundo Méndez Vigatá como director del Instituto Municipal de Cultura y Educación (IMCE), pero tampoco de anunciar su cambio y relevo.
La cultura, de manera oficial, navega en el limbo. ¿Qué pecados comete la cultura y todo lo que a ella concierne para verse sometida a las veleidades del ‘primer priísta del municipio’?
Méndez Vigatá, pese a no contar con el debido respaldo institucional desde que empezó su gestión hace tres años, logró sortear grillas, baches, indisponibilidad presupuestaria, egos, sepulcrales silencios del presidente, la falta de compromiso y profesionalismo de un buen número de empleados del IMCE –más de la parte sindical- y de confianza, criticables episodios de conducta de trabajadores y colaboradores (casos deplorables).
La prensa, sin consignarlos.
A cambio, “el arquitecto” ha entregado su respeto a la figura municipal, dedicado su tiempo más allá del horario burocrático acostumbrado, solucionado problemas ingentes derivados de inercias preexistentes en el medio creativo y de la planta laboral.
Un hombre decente, de amplia cultura, metódico, ordenado, exigente y temperamental en medio de la maraña mencionada.
Sí, cierto que la música es la expresión artística de su preferencia y en sus posibilidades reales, la promueve un poquito más.
Se rodeó de un equipo prácticamente nuevo en las coordinaciones, en las que los resultados no deben ser numéricos sino de calidad, de trabajo por y para la niñez y juventud torreonense, de manera prioritaria.
También heredó personajes inamovibles, y logró sacudirse a uno que otro también innombrables.
En su informe documentado de los tres años al frente del IMCE (que ve más por las actividades culturales que por la educación propiamente artística y académica), da cuenta de los logros, de lo que hicieron como instituto en el primer trienio de Román.
Visto así, el trabajo cultural cumplió, en las condiciones en que es posible en una ciudad donde aún trastabillamos en la materia como resultado de esas alergias llamadas protagonismo, vedetismo, egolatría, la parafernalia, pues.
Cierto que a ese trabajo desplegado le faltó llegar a todos los rincones del municipio (como lo subrayan en el documento).
Se atrincheró en sus instalaciones del primer cuadro, y se asomó de vez en cuando a otros espacios.
A Méndez Vigatá le faltó apoyo, incluso dentro de su equipo más cercano, para romper esa barrera de humo y optar por llevar a las escuelas primarias, secundarias, bachilleratos y universidades, paseos y parques públicos, a las colonias de la periferia y ejidos, todo ese trabajo programado y encerrado en los museos y centros culturales del centro de Torreón. Sinceramente, quedaron a deber.
En el informe, debo decirlo, no anotaron lo que considero importante (a riesgo de estar equivocado): el Primer Concurso Municipal -en la historia de Torreón- de Lectoescritura infantil.
Un vacío que, pienso, pudo ser ordenado por el alcalde al haber sido yo el gestor de esa actividad que logró la participación de 330 niñas y niños y cuyas familias asistieron a cada jornada de su proceso eliminatorio y final.
Un certamen de alegría y calidez que atrapó a padres de familia, concretado por el patrocinio de un buen amigo, el doctor Salvador Chavarría Vázquez.
Hubo el ciclo Profesión y libro, con creadores fuera de los reflectores.
Y un par de encuentros con todo el personal bibliotecario municipal y de universidades laguneras.
La omisión la tomo con serenidad.
El alcalde no permitiría acreditar dicho certamen organizado por quien esto escribe, al ordenar mi despido tras molestarse por mi columna del sábado 06 de julio aquí en Notivox Laguna y en la que anticipé la crisis en su relación con el gobernador de Coahuila.
Un tema abordado después por otras plumas y medios. Román vulneró mi condición de periodista. La liberta de prensa le vale, como lo ha demostrado fehacientemente.
En fin, la cultura merece respeto. El alcalde no la respeta. No ha ratificado a Méndez Vigatá ni ha nombrado a nadie.
Tampoco empieza en los hechos el proyecto del llamado Centro Cultural del Norte.
No le importa que nadie escuche a la estación Radio Torreón, absolutamente desaprovechada. Los museos, olvidados, en lamentable estado. De las bibliotecas luego ahondo.
En tanto, el ambiente en el IMCE es de incertidumbre, tenso. Nadie sabe qué pasará.
Los comentarios se suceden y no son los mejores. ¿Les pagarán esta primera quincena del año a los “de confianza” y colaboradores? ¿O habrá despidos no siempre justificados?
De seguir Méndez Vigatá ¿podrá frenar la desgastante actitud del personal sindicalizado en el IMCE, en lo que lleva mano el de las bibliotecas? Ojalá.