Tenía yo menos de un año de estar en Torreón cuando el entonces presidente de Estados Unidos, Ronald Reagan, determinó unilateralmente que las fuerzas armadas de su país invadieran (octubre de 1983) la pequeña isla de Granada, allá al norte de Venezuela.
Esto significó que ese territorio fuese ocupado, sin contemplaciones, por decisión del ex actor republicano.
El gobierno estadounidense no ha respetado a los países del mundo, y cuando sus afanes imperialistas lo ciegan, pasa sobre la historia, las luchas de independencia y soberanías, pisotea revoluciones internas que cada nación, si sus habitantes así lo consideran, han llevado adelante.
En América Latina son muchos los ejemplos de intromisión yanqui. Ya habrá oportunidad de comentarlos.
Aquella ocasión platiqué con la directora de La Opinión –hoy Notivox Laguna- (Margarita Guerrero Álvarez) sobre el tema.
Le hice saber de mis ideas, de mi defensa a ultranza de todo lo que representaba mi mexicanidad y ser latinoamericano. “Es un idealista, Juan Noé”, me dijo.
Aceptó enviarme a El Salvador y Nicaragua y reportear allá lo que ambos pueblos padecían en sus guerrillas internas, en las que los EEUU tenían, cómo dudarlo, metidas las manos y metido todo su arsenal de espionaje, infiltrados, mercenarios, traidores y el apoyo de un sector de la prensa vendida a causas extranjeras.
Se sonrió cuando le comenté que, en 1981 en la Ciudad de México, al llegar Reagan a la Casa Blanca, suspendí, por decisión propia, mi aprendizaje del inglés (cursos que me pagaba mi primo Toño), lengua a la que consideré muy propia de gobiernos imperialistas.
No quise saber nada que tuviera que ver con lo gringo, excepto la lectura –en español- de autores y periodistas, y de escuchar música en ese idioma.
Al egresar de la licenciatura en periodismo, creí que en realidad éste debía ser, en los hechos, una herramienta de transformación de la realidad a partir de investigar, denunciar e informar la verdad.
Lo sigo creyendo. Me abstuve, y me mantengo firme -no me hacen mella los calificativos que me achaquen-, de no poner un pie en los Estados Unidos, de no ceder en mi creencia de que sus gobiernos, republicanos o demócratas, no han sabido ser vecinos ni amigos de nadie (excepto de Israel), y que esa fuerza como obtienen lo que les viene en gana.
Hoy, con Donald Trump en el Capitolio, la humanidad está en riesgo.
Ya accionó su soberbia, su agresividad, su locura, su paranoia, su enfermizo proceder contra aquellas razas no blancas ni sean económicamente poderosas.
Trump podría meternos a una etapa muy oscura y de zozobra en este presente.
Los derechos humanos de las y los otros, le importan nada. Las personas que no se asuman ni mujeres ni hombres, peor, ya lo advirtió. Las personas migrantes para él no existen, no son humanos.
Y, sin embargo, al leer, escuchar y ver que hay actitudes, mensajes, posturas, pronunciamientos y expresiones que manifiestan su desacuerdo con Trump y su cartel de ricos, intolerantes, falsos creyentes y racistas, me alegra saber que las ideas del presidente gringo generan repudio, burla, a la vez que conciencia.
Hay, pues, nacionalistas, y esto ya es motivo de aplauso.
Lamento, también, que en México, la oposición al actual gobierno federal, prácticamente eche porras al trumpismo y hasta sugieran que invadan a México.
No les basta, porque quizá lo ignoran, que Estados Unidos se hizo de más de la mitad de nuestro país y que Texas, California, Nuevo México, Arizona, Nevada, Utah, Colorado y Wyoming, nos pertenecían desde antes de la invasión y coloniaje de España, tierras de las que nos despojaron por arreglos entre antipatriotas, los que nunca faltan…
Radio Torreón, el Archivo Histórico Eduardo Guerra y el Instituto de las Mujeres no son prioridad para el alcalde Román Alberto Cepeda González.
Van tres semanas de su “nuevo” gobierno y no ha designado a las o los titulares de esas dependencias. A ver si cuando lo haga no resulta “pior”.
